TRIBUNA
Cáncer: con M de mujer, con M de mama
Cuando se analiza la incidencia del cáncer de mama con la información más actual facilitada por la Organización Mundial de la Salud, los datos ponen en evidencia la verdadera magnitud del problema. En 2022 se diagnosticaron en todo el mundo 2,3 millones de casos, registrándose 670.000 defunciones por esta enfermedad, que afecta a mujeres de cualquier edad a partir de la pubertad, y en todos los países del mundo, pero con tasas que se incrementan con la longevidad. Hay grandes desigualdades en la carga de morbilidad en función del grado de desarrollo ya que, mientras en países de índice elevado una de cada 12 llegará a padecerla y una de cada 71 morirá por esa enfermedad, en países de bajo índice se diagnosticará en una de cada 27 mujeres, pero morirá una de cada 48.
Se escribirá con M de mujer porque pertenecer al género femenino es su principal factor de riesgo en un 99% de los casos, y solamente el 1%, o inferior, afectará a los varones. Envejecimiento, obesidad, sedentarismo, consumo nocivo de alcohol, consumo de tabaco o antecedentes familiares, son algunos de los factores que pueden aumentar el riesgo de padecer cáncer de mama, aunque en la realidad estadística aproximadamente la mitad de los casos se corresponde con mujeres sin ningún factor de riesgo, con excepción del género y la edad. Y no hay que olvidar que algunas mutaciones genéticas pueden aumentar de una forma considerable ese riesgo, para las que actualmente la ciencia, como fruto de la investigación, pretende encontrar soluciones.
En España en 2023 se diagnosticaron un total de 35.312 casos, siendo con mucho el de mayor incidencia en las mujeres, lo que representa una tasa de 144 incidencias por cada 100.000 habitantes. En nuestra Comunidad Autónoma aparecieron, en el mismo periodo, 1.919 nuevos casos, con una tasa de 14 puntos por encima del valor medio nacional, y en la provincia de León los datos arrojaron valores de 379 como total y 165 como tasa, lo que supone 21 mujeres afectadas más que la media nacional por cada 100.000 habitantes, situándose en este balance entre las más elevadas del país.
Para esos tres mismos niveles territoriales, la mortalidad presenta para el último año completo, valores totales de 6.837, 445 y 93 fallecidas, respectivamente, con tasas, para su mejor comparación, de 28, 37 y 40 personas por cada 100.000 habitantes.
El simple análisis de los datos pone de manifiesto la gran evolución positiva de la lucha contra el cáncer de mama en los últimos años. Por ejemplo, en la provincia de León, las referencias numéricas de los últimos 12 años dan como resultado tasas con incrementos anuales medios de 1,18 mujeres afectadas por cáncer de mama por cada 100.000 habitantes. Sin embargo, la tasa de mortalidad para el mismo periodo de tiempo ha mostrado valores de incremento anual de 0,18.
La educación formal y la información general pueden ofrecer los fundamentos para llegar a conocer mejor los signos y los síntomas del cáncer de mama y, debido a que las personas no experimentan ningún síntoma cuando el cáncer está aún en fase temprana, es muy importante la detección precoz, o acudir al especialista cuando se comience a sospechar, siempre con la mayor urgencia posible y antes de que pueda presentarse en una fase avanzada. Pero también influye de una manera significativa hacer un diagnóstico oportuno y una gestión integral.
Si hace unos años la exploración personal de mama era el procedimiento de detección precoz más frecuente y de mejores resultados, las mamografías empezaron un poco más tarde, impulsadas desde un principio por la Asociación Contra el Cáncer como un objetivo prioritario en las campañas de salud pública, diseñando un protocolo a seguir que posteriormente sería asumido e implantado por la administración sanitaria de todo el país.
Actualmente se está estudiando si el riesgo de padecer cáncer de mama puede estar relacionada con ciertos factores del estilo de vida, hábitos relacionados con la actividad física o consumo de determinado grupo de alimentos o tipo de dietas, así como la influencia de otros componentes ambientales, sin olvidar las posibles mutaciones genéticas hereditarias, u otras variantes genéticas de efecto más modesto o de influencia sinérgica con otras variables.
Pero aún queda mucho por hacer porque, por ejemplo, no se cuenta lo que hay tras superar el cáncer de mama cuando toca sobrevivir con secuelas que marcan el cuerpo y el espíritu. Por supuesto, superar el cáncer es el paso más importante tras recibir el diagnóstico, pero ahí no se acaba y se hace necesario y obligado visibilizar el día a día de esas supervivientes.
En un estudio cuantitativo del Observatorio del Cáncer de la Asociación Española Contra el Cáncer, sobre necesidades y calidad de vida de supervivientes de cáncer de mama, se expresa la realidad de las situaciones con las que se enfrentan: dos de cada tres mujeres tienen miedo a una recaída, pero tres de cada cuatro mujeres lo tienen a que alguien de su familia pueda tener cáncer, más que volver a tenerlo ella misma; el 68% considera que la enfermedad ha supuesto un parón en su proyección profesional y un 64% han tenido algún impedimento para hacer su trabajo; y el 16% de las supervivientes tienen reconocido algún grado de discapacidad como consecuencia del cáncer.
La Asociación Contra el Cáncer atendió en 2023 a 18.349 mujeres con cáncer de mama. El 64% necesitaban atención psicológica, el 42% atención social y el 19% atención sanitaria como los efectos secundarios de los tratamientos. Además, la Asociación destina casi 23 millones de euros en 92 proyectos de investigación sobre este tipo de tumor.
Con el compromiso y la implicación de todos, el rosa seguirá siendo más que un color, significará apoyo fiel y permanente en los elementos clave de prevención, detección precoz, diagnóstico adecuado, acompañamiento e investigación, como el que se trata de visibilizar cada 19 de octubre, para amparar, muy especialmente, a las pacientes que inician el complejo camino de enfrentamiento al cáncer de mama.