TRIBUNA
San Marcelo, patrón de León y de la Policía Local
El 21 de julio de 298, durante la conmemoración de los natalicios de los emperadores Diocleciano y Maximiano, que ocupaban el solio de Augusto en forma de diarquía, en el lugar donde hoy se alza la iglesia dedicada al Santo Centurión, éste hizo testimonio público de su adhesión al catolicismo. Siete días más tarde, una oscura mazmorra fue su destino temporal. Juzgado y condenado, el 29 de octubre del referido 298, sufrió martirio en Tánger.
Marcelo, adscrito a un escuadrón de la Caballería Astera de la Legión VII, estaba casado con la virtuosa Nona o Nonia, que con ambos nombres se la conoce. Y al igual que el bíblico patriarca Jacob, engendró doce hijos: Claudio, Lupercio, Victorico, Facundo, Primitivo, Emeterio, Celedonio, Servando, Germán, Fausto, Januario y Marcial. De todos ellos, indudablemente, los más conocidos en la vida local son los tres primeros, Claudio, Lupercio y Victorico, martirizados el 30 de octubre de 303 y sepultados en el mismo paraje de su inmolación, junto a la primera iglesia de cristianos de nuestra ciudad, es decir, donde fue erigido más tarde el desaparecido monasterio benedictino de San Claudio.
El 28 de agosto de 1471, Alfonso V, rey de Portugal, se apoderó de Tánger. Allí se halló una tumba. La lápida contenía esta inscripción: «Marcellus, mártir legionensis». Este descubrimiento propició, con el apoyo y aquiescencia de Fernando V el Católico, el Cabildo Catedralicio y el Concejo leonés, el proceso de traslación a nuestra ciudad de los restos que contenía aquella huesa, que el 29 de marzo de 1493, Sábado Santo, llegaban a esta antigua Urbe Regia. De ello se encargó una comitiva presidida por Gómez Díaz de la Isla, canónigo de nuestro primer templo y abad de San Marcelo. Las dotes diplomáticas y negociadoras de dicho presbítero resultaron determinantes en el éxito de la empresa que tenía encomendada.
San Marcelo es testimonio legionense en el Martirologio Romano. Según tiene referido Raimundo Rodríguez Vega, [ San Marcelo de León: Archivos Leoneses, nº 2, Julio-Diciembre 1948], Clemente VII ordenó al Cardenal de Santa Cruz, es decir, a Fr. Francisco de los Ángeles Quiñones y Enríquez, franciscano leonés, hermano de Leonor de Quiñones, fundadora del Monasterio de la Inmaculada Concepción de León el 10 de junio de 1516, la confección del Breviario Romano, que de este tenor «dio principio a la lección de nuestro Santo: «Marcellus natione Hispanus, patria Legionensis».
La iglesia de San Marcelo preserva las cenizas del Santo Legionario. Su imagen, obra de Gregorio Fernández, data de 1528, tiene trono de gloria en el altar mayor y está circundada por las correspondientes a su esposa, Santa Nonia, y a sus doce hijos, fechadas en 1722 y autoría de Santiago Velasco. Un arca de plata colocada debajo del citado altar, realizada en 1627 por el platero leonés Hernando de Argüello, custodia las reliquias del Santo. Allí destacan también otras cuatro arcas, todas ellas del siglo XVII, provenientes del señalado Monasterio de San Claudio. Tres de ellas contienen las reliquias de Claudio, Lupercio y Victorico. Una cuarta, más rica en ornamentación, fechada en 1604, autoría asimismo de Hernando de Argüello, ampara las reliquias de San Ramiro, prior del predicho monasterio benedictino. Él y sus doce monjes sufrieron martirio a manos de los arrianos.
El capítulo XXX de las Políticas Ceremonias del Marqués de Fuente Oyuelo, obra de 1693, dispone que en la festividad litúrgica de San Marcelo el Ayuntamiento de León y el Cabildo Catedralicio, al que ha ido a buscar la municipalidad a nuestro primer templo, en la iglesia parroquial de San Marcelo honren al patrono de la ciudad. Cumpliendo, pues, el ceremonial dispuesto, intercalados en lugar preferente, ediles y canónigos participan de la eucaristía que allí se celebra. El pregón literario y la veneración de las reliquias de San Marcelo cierran actualmente el ritual establecido.
Hace ahora algo más de cuatro décadas, concluido el acto religioso, la Corporación Municipal, colocada ante la puerta principal del Palacio de la Poridad, y el Cabildo Catedralicio, en la puerta sur del templo de San Marcelo, situadas, por tanto, ambas corporaciones en la calle de Legión VII, se despedían reverencialmente con una ‘cabezada’. Luego, cada una retornaba a su sede.
En el pleno municipal celebrado el 25 de enero de 1983 se acordó nombrar a San Marcelo patrono de la Policía Local, que aquel mismo año, y por primera vez, honró a su santo titular en un acto celebrado en la plaza Mayor, el 28 de octubre, viernes, de dicho año. Tras una misa de campaña, celebrada a las doce del mediodía, en un altar levantado al efecto, oficiada por el párroco de San Martín, Argimiro Alonso González, el Regidor Mayor de esta antigua Corte de Reyes, dicho a la vieja usanza, Juan Morano Masa, en cumplimiento del decreto de Alcaldía de fecha 18 de octubre anterior, en nombre de la Corporación Municipal hizo entrega de un estandarte de seda carmesí con el escudo de la ciudad de León y la inscripción «Policía Municipal-León» al Intendente de la Policía Local, a la sazón, con carácter accidental, David Villanueva Castrillo, tras la jubilación del anterior, después de 26 años de actividad profesional, Agustín Muñumer Blanco, quien había accedido al citado cargo en 1957, siendo alcalde de la ciudad, Alfredo Álvarez Cadórniga. Dicho párroco bendijo el indicado estandarte. Después, hubo distintos discursos, interpretación del Himno a León y el desfile de los efectos humanos y materiales de la Policía Local, en cuyas filas ya formaban seis agentes femeninos. Posteriormente, se inauguraron las dependencias del remodelado Cuartelillo, ubicado entonces en la misma plaza Mayor. Después, autoridades e invitados compartieron una copa de vino español, como se decía entonces, o, si se quiere, como se dice ahora, una copa de confraternidad.
La festividad de San Marcelo, patrono de la ciudad de León de la Policía Local legionense, se celebra litúrgicamente cada 29 de octubre, y, sin embargo, lamentablemente, en el imaginario popular suele pasar desapercibida. Una verdadera lástima.