Diario de León

TRIBUNA

Isidro García Getino
Psicopedagogo

Educar no es escolarizar

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Enfrentados a la situación educativa en que vivimos y nos movemos, me acojo, para empezar, al sabio Bacon: «Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar es un tonto; quien no osa pensar es un cobarde».

Yo prefiero utilizar el poder de los impotentes y pensar, con la base de 50 años activo en el medio escolar-formativo, sin contar los 20 años de mi propia formación de base. Mi vaso no es grande, pero bebo en mi vaso, como Schopenhauer.

Rechazo lo que me parece injusto e incorrecto según mis valores, que son los que siempre han sido considerados eternos. Me parece esencial mantener posiciones éticas, es la lección que tenemos para quienes están imponiendo el mal directa y conscientemente. Como bien dice O. Swett Marden, «los poderes políticos, económicos y mediáticos nos han llevado a ser más consumidores que ciudadanos, más borregos que personas». Además, hoy se les juntan lobbies poderosos e inquisidores que nos imponen ideologías destructivas en especial para los niños, los adolescentes e incluso los jóvenes. Si no defendemos a los niños, ¿qué pintamos en la sociedad los humanos no degenerados?

Hace mucho que los niños y su educación dejó de ser prioridad para los gobiernos, ¡lamentable! Ahora su prioridad es el sillón, la segunda es acumular, la tercera degradar todo lo posible siguiendo todo el mal que acarrea y fomenta la Agenda 2030.

El sistema mal llamado educativo promociona más deseducación que educación. En todo caso es un sistema de enseñanza que, gracias a muchos profesionales que mantienen buenas prácticas, incluso complementan educación, pero sólo en aquellos alumnos que ya traen bases para ello. Son los profesionales y los alumnos que sí: que sí quieren, que sí pueden, que sí arriesgan, que sí se atreven. Como bien decía San Agustín, «la verdad es como un león, la sueltas y se defiende sola».

¡Cuánta miseria arrastra nuestro Gobierno! Nos lo define León Tolstoi: «No hay grandeza alguna donde falta la bondad, la sencillez y la verdad». Es con esa miseria con la que van imponiendo una total deseducación; empezando por meter en la escuela a los infantes desde que nacen, y presumen de ello pues su gran ignorancia no admite mejores acciones. Mantienen y cultivan su grave enfermedad que es ignorar su propia ignorancia. Sólo los necios persisten en su error cuando se equivocan; lo peor es lo mucho que arrastran a padres, incluso menos ignorantes que ellos; el progresismo tiene esos barrancos. Ignoran algo tan elemental que ya lo difundía Tales de Mileto: ‘En todo, el camino más fácil y más sabio es el que está más conforme con la naturaleza’, y ese camino no es la escuela para infantes y niños antes de los 6-7 años; sí lo es la familia natural, el medio natural, las experiencias naturales, aprender en y de la naturaleza. La escuela es un constructo artificial, valioso pero no natural.

Es la naturaleza quien nos ha dado las semillas del conocimiento, lo decía Séneca. En la escuela infantil hay muy pocas semillas, a pesar de que hay muchos buenos profesionales que, a pesar de lo difícil que se lo pone el sistema, apoyan y hasta suplen en parte a las familias de muchos niños.

«Soplar no es tocar la flauta; hay que saber mover los dedos», decía Goethe. Los niños soplan muy pronto, pero la destreza de los dedos, por ejemplo para escribir, es algo muy posterior y efecto del ejercicio y la práctica; porque escribir no es algo natural y para eso es la escuela; pero antes hay mucho que hacer como base, y eso sí es la educación, o sea, tener las semillas naturales que, en su momento, la escuela cultive para lograr conocimientos; adiestrar los dedos para tocar la flauta.

Tenemos que defender a los niños contra el maltrato de encerrarles en la escuela antes, mucho antes de tiempo y sin las bases naturales de la educación en el medio familiar natural, y en muchos casos, ayudado, asesorado y dotado de medios por educadores especializados en niños y familias. Educadores que utilizan la casa, el campo, la calle, la naturaleza, los parques y espacios adaptados que no son aulas de escuela.

Tratamos de destruir la vulgaridad y la estupidez que, como dijo Oscar Wilde, es tarea que requiere mucho valor; pero nos apoya Henry Beyle: «Querer es tener el valor de chocar contra los obstáculos». ¿Y qué mayor obstáculo que un Gobierno ignorante, unas leyes abstrusas y un sistema que hiere la sensibilidad, los sentidos, hasta el mismo ¡yo! del niño, al punto cruel de inducirle a cambiar su identidad en construcción? Es un sistema criminal.

En esta tarea no olvidamos que esperar sentido común de los progres es señal de no tener sentido común; algo así decía Eugene O’Neill. Y André Maurois añade: «Al demostrar a los fanáticos que se equivocan, no hay que olvidar que se quieren equivocar».

Seguiré batallando y peleando esta batalla y, como Ortega y Gasset comprometerme a ser sincero, pero no me exijáis comprometerme a ser imparcial; para defender a los niños no hay imparcialidad posible. Cuando muy pocos tienen el valor de mirar y decir lo que ven, yo lo quiero hacer; es algo que aprendí de Spengler. Habrá, pues, una 2ª parte a este artículo para concretar más y aportar, mi idea no es criticar, es denunciar para mejorar.

En este orden de cosas, lo sabio es eliminar lo no natural y reducir los contenidos de la ¡educación! infantil a: «el goce del hogar, de la vida, de la naturaleza, de la amistad y del amor», Lyn Yutang.

Tratamos de destruir la vulgaridad y la estupidez que, como dijo Oscar Wilde, es tarea que requiere mucho valor; pero nos apoya Henry Beyle: «Querer es tener el valor de chocar contra los obstáculos». ¿Y qué mayor obstáculo que un Gobierno ignorante, unas leyes abstrusas y un sistema que hiere la sensibilidad, los sentidos, hasta el mismo ¡yo! del niño, al punto cruel de inducirle a cambiar su identidad en construcción?
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