TRIBUNA
Reflexiones sobre el pueblo judío. Edad Media
La triste, dolorosa e inexplicable situación que hoy presenciamos en el Oriente Próximo, nos invita a comentar, fugazmente, sin haberlo decidido con anterioridad, una serie de informaciones sobre el pueblo judío asentado en el suelo hispano desde tiempos inmemoriales. Los datos con que contamos en nuestra región de aquellas centurias son mínimos.
Sus vicisitudes, desde que se implantó el cristianismo en el Imperio Bizantino, ha sido precaria. Idénticamente, la presencia en Hispania y Norte de África es muy ancestral. Una antigua leyenda recogida por los historiadores árabes, de la que más tarde se hicieron eco los cronistas cristianos, atribuye la desaparición del Reino visigodo y la llegada de los nuevos invasores, al gobernador visigodo, conde Don Julián, que dirigía Ceuta, quien para vengarse de una afrenta de su rey don Rodrigo, facilitó el paso del estrecho de Gibraltar a los musulmanes contando con la ayuda de los judíos que controlaban la actividad económica de la zona. Tal vez este hecho tenga visos de realidad, pues sabemos que los visigodos en diversas ocasiones, los habían oprimido. Según José Orlandis ( La España visigoda ), constituyeron un grupo minoritario de la sociedad con unas concepciones religiosas opuestas a las cristianas. Vivían en las ciudades dedicados a la vida mercantil y a la concesión de préstamos. Sus relaciones comerciales con Oriente y Norte de África fueron continuas. Aquél historiador nos relata las persecuciones que sufrieron, especialmente, en tiempos del rey Egica y algunos de sus predecesores.
Durante la Reconquista su presencia fue numerosa en todos los estados cristianos. En Castilla-León, que no se unirían definitivamente hasta el año 1230 con Fernando III El Santo, la tenemos cuando los almohades llegaron a la Península en 1146 (Reinado de Alfonso VIII). El fanatismo religioso de este pueblo, procedente de la cordillera del Atlas de Marruecos, puso en el dilema a los judíos de convertirse al Islam o huir. Se quemaron muchas de sus sinagogas y gran número de ellos se refugiaron en el Sur de Francia y Cataluña, sin embargo, la mayoría emigraron a Castilla, llevando a Toledo las antiguas y famosas Academias de Córdoba, Sevilla y Lucena, contando para ello con la aprobación de Alfonso VII, lo que fue el inicio del florecimiento del esplendor cultural de la ciudad manchega, más tarde, con Alfonso X El Sabio, al fundarse la famosa Escuela de Traductores de Toledo, en la que se fusionaron las tres culturas: cristiana, musulmana y judía. Coetáneo de Fernando III fue un gran monarca de Aragón: Jaime I (1213-76). Hombre muy culto que, ante los problemas económicos que agobiaban sus territorios, nos dice en la Crónica que él mismo escribió: «....Toda la renta que nuestro padre tenía en Aragón y Cataluña, era hipotecada a los judíos y a los sarracenos.....».
Judíos célebres en la Edad Media han sido el poeta y filósofo Avicebrón (1021-58) y el médico, teólogo y filósofo Maimónides (1135-1204), sin embargo, no podemos olvidar al judío leonés, Moisés de León, que vivió en el siglo XIII, siendo su principal obra Sefer ha-Zohar ( El libro del resplandor ) donde habla del culto judaico y de la región leonesa (Más datos: Diario de León 4-Julio-2004). El Ayuntamiento le tiene dedicada una calle. Está traducido al español e inglés.
El cronista Cayetano Rosell en 1865, la presencia judía en nuestro suelo la muestra con dos informaciones, una tomada de un ignorado personaje tras la muerte de Alfonso VI: «...los cristianos con sus mujeres, y los judíos y moros con las suyas, las viejas con los viejos,...», respecto a la segunda dice que en 1843 existía un lugar de nombre, Castro de los Judíos, y que luego, posteriormente, pasaría a llamarse Puente del Castro. Hoy es una barriada en las afueras de León, junto al río Torío, en la ruta del Camino de Santiago. Una de sus actividades habituales, el préstamo de dinero, a veces mediante la usura, originó que fueron perseguidos en algunos reinados. Los Reyes Católicos, para conquistar el Reino de Granada y sufragar el viaje de Colón a América, contaron con su ayuda económica. Posteriormente los expulsarían de España el 31 de marzo de 1492, pasando a Portugal, Norte de África, Países Bajos, Turquía, etc. Hoy se les conoce como sefarditas.
No tiene cabida ni en las leyes divinas ni humanas, lo que está sucediendo en la actualidad en el Oriente Próximo.