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Ricardo Magaz
Profesor de Fenomenología Criminal de UNED y escritor

Marlaska o el ‘síndrome del perjuro blanqueador’

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El ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska, nacido en Bilbao en 1962 como Fernando Grande Gómez antes de que euskaldunizara su nombre, no puede acudir a los actos sin que le silben, le increpen y le insulten gravemente: «hijo de puta», «maricón», «loca» y otra larga lista de improperios de este tenor, que no apruebo, pese a la indecencia política del interesado.

Hace tiempo que Grande Gómez, ahora Grande-Marlaska, es un juguete roto que no está en condiciones de dirigir el Ministerio. La última vez que asistí a una comparecencia pública suya, a las 11 de la mañana, fue incapaz de leer con meridiana claridad un folio que le habían escrito: titubeos, errores, despistes… Los comentarios eran un clamor: ¿obnubilado? No es necesario aclarar que tampoco le deseo ningún padecimiento de salud.

En el plano político, el leimotiv de Marlaska viene siendo mentir y humillar una y otra vez a las víctimas del terrorismo. Después de engañarlas asegurando que los condenados cumplirían sus penas, apuntaló desde el Gobierno la bautizada como «Ley Txapote de blanqueamiento». Un indulto encubierto que rebaja la liquidación de penas a casi medio centenar de etarras, muchos de ellos con delitos de sangre, les concede terceros grados exprés y les da acceso a la libertad sin que hayan mostrado arrepentimiento ni mucho menos colaborado en el esclarecimiento de los más de treScientos asesinatos no resueltos, de los que conocen datos esenciales y autores materiales. El pretexto infame de Marlaska y su Ejecutivo fue la supuesta transposición de una directiva europea visiblemente manipulada ad hoc.

Tampoco perdió el tiempo el titular de Interior para apoyar con determinación la reforma de otra ley, la de Seguridad Ciudadana, a la que con desprecio llama ‘mordaza’, diseñada a la medida de sus necesidades por Bildu, partido heredero político de ETA, que nunca ha condenado los crímenes de la banda.

En las calles del País Vasco se tributan todos los meses multitud de homenajes borroka a los terroristas que liberan de prisión o con cualquier otro motivo denigratorio para las 850 personas asesinadas por ETA. Estas ofrendas de exaltación del mundo etarra se llevan a cabo impunemente en la vía pública sin que Marlaska quiera darse por enterado, pese a las protestas de las víctimas y de las organizaciones representativas policiales.

Todas estas actitudes ignominiosas las puso de manifiesto hace poco un joven agente al que condecoraron el día del Patrón de la Policía Nacional. En su discurso y de uniforme ante las autoridades y el propio ministro, micrófono en mano advirtió desde el atril: «Nos están quitando la autoridad para dársela a los criminales». Marlaska empequeñeció por momentos en el graderío.

Recientemente, Fernando Grande-Marlaska se sentó ante la comisión de investigación del Senado por el caso Koldo-Ábalos para explicar, con subterfugios, la conexión del departamento que dirige y la trama de corrupción. Entre sudores, el ministro salió de la sala de comparecencias en un estado de nervios lamentable; ¿acaso una crisis del ‘síndrome del perjuro blanqueador’?

Una cosa es cierta como la vida misma, lleva la marca del mal. Se irá con el deshonor del elogio de los bilduetarras.

De la comisión de investigación del caso Koldo-Ábalos, entre sudores, el ministro salió de la sala en un estado de nervios lamentable