Conclusiones importantes al Documento Final del Sínodo
El Documento Final del Sínodo de la Sinodalidad tiene por título: Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión. Este documento resume todo el trabajo realizado desde la amplia consulta que comenzó en 2021 en todas las diócesis del mundo hasta su clausura el 26 de octubre de 2024, cuando el Papa Francisco aprobó su publicación. ¿Cuáles son los puntos destacados de este documento? A la espera de la traducción al castellano de dicho documento y partiendo del texto italiano, podemos señalar como puntos más importantes los siguientes:
1. La sinodalidad es una «dimensión constitutiva» de la Iglesia. Esta es una frase y un concepto importante que aparece al principio del documento (n.° 28). Significa que la sinodalidad es un camino que permite a la Iglesia ser más «participativa y misionera». Siempre orientada hacia la misión, la sinodalidad puede verse como «reunión en todos los niveles de la Iglesia para la escucha mutua, el diálogo y el discernimiento comunitario» (No. 28). Para mí, este es uno de los mensajes más importantes del Sínodo. El tema general del documento es la Resurrección, tema que el cardenal electo Timothy Radcliffe desarrolló durante el retiro que impartió a los sinodales al comienzo de esta sesión final. Todo lo que hace la Iglesia, lo hace para, por y con el Resucitado.
2. La toma de decisiones debe ser participativa. Un tema que se repite una y otra vez en este documento, es la amplia participación en la toma de decisiones. «Es esencial que promovamos la participación más amplia posible en el proceso de discernimiento, involucrando particularmente a quienes están al margen de la comunidad cristiana y de la sociedad» (No. 82). Sería imposible leer este documento y no entender que en la Iglesia todas las personas deben tener voz en los procesos de toma de decisiones, sin dejar de reconocer el papel de la jerarquía. Se trata de reconocer, una vez más, que el Espíritu Santo está activo y vivo en todo el Pueblo de Dios, no sólo en los cardenales, arzobispos, obispos y sacerdotes. El documento también hace una llamada al Pueblo de Dios a tener «una mayor voz en la elección de obispos» (No. 70). Y hace una llamada a la transparencia, rendición de cuentas y evaluación en todos los niveles de la Iglesia, como una forma de invitar a los fieles a ver, juzgar y comprender cómo están obrando sus pastores (No. 95).
3. Los obispos y pastores están «obligados a escuchar». La llamada a escuchar y participar es central en el documento. Y son los obispos y pastores quienes están llamados, una y otra vez, a escuchar las voces de los fieles en sus diócesis y parroquias. «Quienes tienen autoridad pastoral están obligados a escuchar a quienes participan en la consulta y no pueden actuar como si la consulta no hubiera tenido lugar». (No. 91). También a nivel parroquial, se anima a la Iglesia a escuchar a todos, especialmente a aquellos que se sienten marginados. El Sínodo recomienda que las parroquias consideren instituir un «ministerio de escucha y acompañamiento». Y recomienda a las iglesias locales que experimenten con este nuevo ministerio (n.° 78).
4. Los consejos pastorales, los sínodos diocesanos y otras asambleas participativas deberían ser obligatorios. A lo largo de las dos sesiones del Sínodo, los delegados se esforzaron por encontrar la mejor manera de garantizar que los fieles puedan ser escuchados y participar en la vida de la Iglesia, que se centra, para la mayoría de las personas, en la vida parroquial. Y señala una variedad de posibles órganos consultivos: los sínodos diocesanos, consejos presbiterales, consejos pastorales diocesanos y parroquiales y consejos diocesanos para asuntos económicos o de finanzas, fundamentales en participación, rendición de cuentas y transparencia, tal como recoge el No. 104.
5. El documento incluye también algunas cuestiones «controvertidas». Al comienzo del proceso sinodal, en 2021, muchas personas albergaban grandes esperanzas de que el sínodo se pronunciaría sobre algunas cuestiones controvertidas, como la ordenación sacerdotal de hombres casados, la ordenación de mujeres al diaconado y las cuestiones LGTBQ. En su mayor parte, estas cuestiones se entregaron a 10 “grupos de estudio” para un mayor discernimiento y análisis posterior, por lo que muchos de estos temas quedaron en un segundo plano en las discusiones del Sínodo. No obstante, el lugar de las mujeres en la Iglesia es un tema central del documento, ya que fue un tema casi constante en las discusiones durante los últimos dos años. El No. 60 comienza con una declaración sobre la «igual dignidad» de las mujeres. Se menciona su participación en todos los niveles de la Iglesia, incluso «en puestos de responsabilidad en las curias diocesanas y en la Curia Romana». También hay una llamada a «una presencia significativa de mujeres» en la educación y formación de sacerdotes y diáconos (No. 148).
En cuanto a las cuestiones LGBTQ, el tema fue asignado a un grupo de estudio, por lo que hubo poco debate entre los sinodales. Pero el documento pide que la Iglesia escuche a quienes «experimentan el dolor de sentirse excluidos o juzgados, debido a su situación matrimonial, identidad o sexualidad» (50).
El Documento seguro que agradará a unos y decepcionará a otros. Pero hay que tener en cuenta que es solo el primer paso de un proceso para «caminar juntos» en la Iglesia, que es, precisamente, el significado original de sínodo.