Diario de León

Economista, MSc Gerencia

Publicado por
OswaldoSmarrelli Torrealba
León

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Tras el rotundo triunfo de Donald Trump en las recientes elecciones presidenciales de Estados Unidos, que lo convierte en el 47º presidente de ese país, se han generado numerosos análisis sobre las razones que motivaron su victoria, incluso de sus más férreos adversarios los cuales convergen principalmente en causas políticas y sociales: descontento de la población con el «establishment” político, preocupación por distorsiones en agendas globales, cansancio de políticas progresistas que vulneran valores tradicionales. Estas explicaciones suelen quedarse insuficientes, sería más contundente agregar a cada «¿Por qué?» un «¿Para qué?» Para abrir una ventana sobre el futuro y el objetivo que se aspira, ayudando a entender el motivo de fondo y la orientación de las decisiones, intenciones e impacto deseado.

¿Para qué ganó Trump? entender cuál será su misión tomando en cuenta sus posiciones durante la campaña, plantea preguntas sobre el rumbo que tomará y su consecuente influencia en el mundo, porque guste o no guste, Estados Unidos representa una de las democracias más sólidas a nivel global, es una potencia económica, militar y sus decisiones, así como las acciones de sus líderes en el ámbito gubernamental y empresarial tienen un impacto profundo en las dinámicas sociales y económicas del resto del mundo, estableciendo tendencias que moldean estilos de vida, visiones de futuro y modelos de desarrollo. Hay muchas expectativas por los giros en la Casa Blanca, pero su éxito vendrá de su capacidad de responder a las demandas internas y por su habilidad para liderar de manera responsable y constructiva los retos globales actuales. La globalización ha impulsado la adopción de perspectivas similares entre ciudadanos de distintas naciones en temas esenciales para la sociedad. En este escenario, muchos han encontrado refugio y voz en líderes como Donald Trump, polémico y a veces contradictorio, pero supo apropiarse de banderas que el mundo reclama con urgencia; necesidad de orden y estabilidad en un contexto global de incertidumbres que requiere planteamientos contundentes sobre elementos como recuperar el valor de la familia tradicional conformado por hombre y mujer y la importancia de los valores cristianos como cimientos que dan sentido y dirección a la vida social. Barack Obama dijo en una oportunidad que «la democracia en un país de 300 millones de personas puede ser ruidosa, desordenada y complicada y cuando cada voz es escuchada, entonces esa es precisamente la democracia en su máximo esplendor” el hecho de escuchar a cada persona no debería significar de forma automática concesiones individuales o colectivas, pues, la línea que se traza es muy frágil y puede rozar con el anarquismo que promueve libertades sin orden. El crecimiento del colectivismo y la cultura progre en su afán por deconstruir todo lo establecido, proposición de una gama de identidades de género que confunden a todos, entre otros aspectos que han encontrado asidero en partidos y políticos populistas en busca de mantener un status quo o aumentar popularidad para un momento electoral sin medir consecuencias sociales futuras.Por otra parte, las acciones a tomar frente al auge de modelos de gobiernos basados en ideologías autoritarias como el comunismo que ha dejado una huella de destrucción, pobreza y represión dondequiera que se ha implementado, es hora de desenmascarar sus promesas engañosas, sus defensores y educar sobre los daños que este modelo ha causado y sigue causando, en la historia hay numerosos ejemplos de cómo el comunismo lleva a la pérdida de libertades individuales y al deterioro de las condiciones de vida y es tarea de las democracias alertar a sus pueblos sobre sus verdaderos efectos. La reivindicación del capitalismo como motor de desarrollo con todas sus imperfecciones, demostrando ser el sistema más efectivo para generar crecimiento, desarrollo y bienestar para las familias, las comunidades y los países, es un modelo que permite la movilidad social, que incentiva la innovación y que en un marco de libertades permite que cada individuo alcance su máximo potencial, defender el capitalismo es defender el derecho a la propiedad, a la libre empresa y a la competencia justa, elementos esenciales para el progreso. Dag Hammarskjöld, ex Secretario General de la ONU dijo en una oportunidad que: «Las Naciones Unidas no fueron creadas para llevar a la humanidad al cielo, sino para salvarla del infierno», basado en estas apreciaciones se impone la búsqueda de justicia mediante instituciones sólidas, coherentes y efectivas a nivel mundial que deben reconstituirse para ser claves en la interpretación del futuro y las acciones que se requieren aplicar, ya lo dijo Antonio Guterres, actual Secretario General de la ONU «La ONU es el foro más importante que el mundo tiene para enfrentar desafíos globales, pero necesita reformas urgentes para ser efectiva» .La «Misión: Trump II” no será sencilla, tendrá que navegar un panorama complejo, donde cada decisión será una prueba de su liderazgo y de la capacidad de Estados Unidos para reinventarse y reafirmarse en un mundo cada vez más incierto, Bill Clinton, lo expresó de la siguiente forma «La verdadera fuerza de Estados Unidos no radica en su riqueza ni en su poder militar, sino en su habilidad para inspirar ideales que trascienden sus fronteras». Esa inspiración será puesta a prueba y si Trump logra cumplir esta misión podría marcar un antes y un después en el poder de influencia estadounidense a nivel global.

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