TRIBUNA
Las bibliotecas, un buen refugio
Los que ya peinamos canas miramos al pasado y no acabamos de creernos que disponemos de bibliotecas para estudiar y, básicamente, para leer todo tipo de libros. Eso no lo vivimos nosotros. Teníamos con frecuencia la propia casa como sala de estudio -normalmente, la cocina- y ningún libro extra aparte de los libros de texto. El ocio, después de los deberes, era jugar al fútbol. Para este deporte no se necesitaba más que un prado. Y ese era el ocio más mayoritario en los pueblos y ciudades. Después llegaron las bibliotecas y con ello un avance significativo. Creo que ha sido un logro fantástico de este estado de bienestar. Es una manera de igualar la tan tarareada discriminación social. En esto sí se ha dado un golpe de muchos quilates.
Quizás haya que dar algún paso más en aras a una mejor utilización y provecho de las bibliotecas. Estoy en sintonía con que haya espacios para el estudio y la investigación, también para favorecer a estudiantes con escasos espacios en su vivienda. No me parece un desacierto, aunque mayoritariamente debe primar el préstamo de lecturas. Solo que aquí voy a poner un pero: la ordenación de los libros ha de estar a un alcance visual normal. No puede ser que se coloquen libros muy abajo porque apenas se ven los nombres. Eso implicaría más estantes, más espacio. No puede ser que haya que recurrir innecesariamente al personal de la biblioteca. Por cierto, lo hacen sin queja y con premura. La altura parece que está mejor calculada.Otro uso que va afianzándose en las bibliotecas es la creación de clubs de lectura. No sé si los programas televisivos que proyectan estos actos van calando poco a poco o es la inquietud de grupos de personas que se sienten con espíritu creativo y aventurero. Algunos derivan en reuniones culinarias o en trampolines para viajar por el mundo. Magnífico. Ya en los colegios se empezaba a fomentar estos clubs poco antes de mi jubilación. Era una manera de dialogar con personas muy variadas -jóvenes, mayores, padres, etc.-, incluso de vez en cuando se invitaba a los propios autores de esas lecturas. Los Centros contaban con un pequeño implemento pecuniario. Ojalá vaya a más este ocio primordial. Creo, si no me equivoco, que en León la biblioteca pública preside algún club de lectura. Enhorabuena.En este afán de formar grupos de lectores en torno a un libro, se puede añadir otro elemento innovador como es la costumbre de ir dejando libros de lectura en bancos, vitrinas, etc. En principio parten de un hecho de compartir libros. Se supone que tú coges uno y dejas otro. Ese es el sistema que prima al hacer extensivo esta entrega anónima. Ignoro si este préstamo puede tener éxito. Es cierto que un libro leído no hace más que ocupar sitio en casa y vale más ponerlo a disposición de otro. Salvo muy pocos libros -esos que merece la pena releerlos- los demás casi estorban en las viviendas. Y parece lógico que la era del libro vaya a menos, aunque a mí me agrada sobremanera pasar página. Lo cierto es que en un piso amueblado se valora todo excepto los libros. Cosa extraña. Por León, por cierto, hay una vitrina en la plaza de San Marcos que expone unos pocos libros con ese fin: intercambiar lecturas.El Bibliobús hace una función primordial. Empezó como una manera de suministrar lecturas a la gente más joven en los lugares donde no hay bibliotecas y ahora está extendido entre gente mayor también. Es un ocio inigualable allí donde apenas hay vecinos y una manera culta de pasar el tiempo. Antes, era la charla al sereno en los bancos/arrimaderos de la fachada. Ahora, cada vez se ve menos este filandón improvisado y nada mejor que meterse una ración de lectura poco antes de dormir y así soñar plácidamente durante la noche.Las librerías se sostienen, tal vez, a cuenta de estos clubs, de las Bibliotecas y de los libros de texto. Pero cada vez hay menos y tienen que ir hacia otras muchas actividades: clubs de lectura, cafeterías, exposiciones, presentación de autores, etc. Pocas son las que se sostienen simplemente con la mera venta de libros. Además, los medios tecnológicos no ayudan mucho en este sentido. Solo que el tacto de un libro no tiene precio. Por eso, soy optimista en este sentido. Un libro es el mejor amigo que podemos tener entre las manos.