Buenos propósitos

ESTÁ mal visto que entres en año nuevo con cara de vinagre. Comilona copiosa, atragantón de uvas, pedo infernal, habano al morro, vocerío altisonante y abrazos a maría santísima acompañan un teatro amistoso, excesivo, sintonizado con las campanadas de la Puerta del Sol. Solicitamos a los hados, al destino, salud, dinero y amor. Proponemos purificar drásticamente malos hábitos: el gordo se hará atleta fibroso sin vestigio de michelines, el feo y soltero ligará buenorras tremebundas flaseadas al juzgarlo encantador, el parado accede a un empleo estupendo, el estudiante colector de suspensos obtiene matrículas de honor sin invocar a Santa Rita y la primitiva aterriza en tu cupón, rampa al Caribe y un lujo cosmopolita y erótico de agente 007. Es difícil soñar un 2003 satisfactorio para el ideario ecologista de vivir acordes con la madre naturaleza, gran perdedora ante el consumismo compulsivo, la injusticia y el afán de enriquecernos a toda costa. La rapiña, el egoísmo, el lucro desmadrado como paradigma de importancia, ajenos a la sensatez de la vida sencilla, espiritual, barren un horizonte humano plagado de perdedores, de pordioseros cabreados, puro esqueleto y hambre. Hay que triunfar: la solidaridad es bagaje de débiles, el lumpen condenado a chabola, mendicidad y marginación encolerizada. Quizás, el desastre del «Prestige» y la doble actitud ante el alquitrán mortífero, la escapista y mentecata de los gestores de la crisis, y la valiente, romántica y luchadora de la nube de manos voluntarias que arropan la devastada Galicia, exprese el fermento vivísimo que se acumula en los corazones de la gente buena. Vienen los Reyes Magos que llevaron al portal oro, incienso y mirra, pesebre del Niño calentado por amor y aliento de ganado. Desde luego, traerán carbón a la mayoría de los veladores de las tierras y mares de España, aunque les importa poco: sus carteras engordan y dimitir, por ahora, sólo lo haría algún imbécil que crea en la ética.