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Publicado por
Federico Abascal
León

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El Gobierno no sólo intenta recuperar la iniciativa política, sino que ya la ha recuperado. En el terreno más dominado electoralmente por Aznar como es el antiterrorismo, y en el de seguridad ciudadana, que la derecha no acostumbra a ceder al adversario, el ejecutivo «popular» lanza una ofensiva de reformas legales a las que va a resultarle a la oposición difícil no sólo oponerse sino incluso matizar. El PSOE se situaba ayer a la defensiva, contraatacando con porcentajes sobre aumento de la delincuencia durante la gobernación del PP. Los socialistas afirman que Aznar hace electoralismo en este año electoral. Nada tiene de extraño que en año electoral se haga electoralismo, tanto desde el Gobierno como desde la oposición. Y convendría añadir que el electoralismo más irreprochable consiste en atender la voluntad de la ciudadanía en asuntos referidos al bien común -lucha antiterrorista- y en disipar las inquietudes sociales más perceptibles, como la inseguridad en las zonas urbanas más castigadas por la delincuencia. Desde esta perspectiva, Aznar estaría promoviendo un electoralismo intachable. Irrita y desconcierta a la oposición que Aznar y su Gobierno levanten unilateralmente la bandera contra el terrorismo y la delincuencia, cuando hay suscritos, entre el PSOE y el PP, sendos pactos sobre reforma de la Justicia y sobre Antiterrorismo y Libertades. Desde la perspectiva de La Moncloa y de Génova 13, sin embargo, la iniciativa política exigiría tomar esos dos toros por los cuernos, reduciendo al máximo el protagonismo de la oposición en el albero de la plaza. Sería así posible que el pacto antiterrorista saliese más o menos deteriorado de la estrategia del PP, pero es muy probable, que el PSOE acabe aceptando la voluntad del Gobierno, por la dificultad de explicar al gran público sus discrepancias de matiz o sus sentimientos al verse en cierto modo menospreciado. Va endurecerse contra la delincuencia la Ley de Enjuiciamiento Criminal, mediante unas reformas que aprobará el consejo de ministros del próximo viernes, y otra serie de medidas se irán goteando a lo largo del año desde el Ejecutivo para mantener la iniciativa en este campo. Y aunque falta mucho tiempo para que la catástrofe del «Prestige» deje de influir en la ctualidad política, la oposición empieza a sospechar que ese asunto va a verse progresivamente laminado por la ofensiva legal contra el terrorismo y la delincuencia. Quizá, al levantar el Gobierno unilateralmente esa doble bandera, dé más la impresión de mandar que de gobernar, pero en estos dos problemas, terrorismo e inseguridad, la ciudadanía tal vez perciba menos los matices de discrepancia.

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