¡Que viene el Islam! La cantera sí que ganó Circular en León es llorar Atropello en Villaturiel
¿A dónde? A un yermo de ilusiones. A un erial de vida nueva. A un desierto infinito sin esperanza de futuro. Este engendro se denomina Occidente y para más inri, moderno. La victoria de un partido islamista en Turquía y en Marruecos, a fuer de su vitalidad en gran parte del planeta nos patenta que el Islam es una civilización en alza y de que la tan cacareada civilización Occidental, no negando sus avances técnicos, o tal vez en parte a causa de los mismos, hace tiempo que está cayendo vertiginosamente en un declive ideológico preocupante. La cultura occidental, sólo teóricamente es, o presume, ser superior a la musulmana, anclada en el siglo VIII. Pero no son las conquistas técnicas las que mantienen vivas las sociedades o mundos culturales, sino la capacidad de vida e ilusión que son capaces de generar. Siendo sinceros y no practicando la política del avestruz, el mundo musulmán, con toda la pléyade de costumbres salvajes, es capaz de despertar más ilusión por la supervivencia que nuestro decrépito progreso. Hay que ser ecuánimes, nobles y reconocer que unos valores ancestrales del siglo VIII, pueden ser superiores a los marchitos ideales de un mundo que ha conseguido un avance técnico envidiable, pero que ha traicionado sus raíces y del que puede escucharse el lamento de la cultura de la muerte naciente y decadente y en la que el egoísmo individual tiende a segar cualquier llamarada de verdadero amor. El ser humano posee, entre otras tres tendencias de su naturaleza racional, por distinguirlos del instinto, propio del animal, que con frecuencia supera en racionalidad al humano. Y la primer tendencia es su referencia a Dios -para algunos-. Occidente, -a salvo de honrosas excepciones-, propugna y vive ateísmo práctico y se pavonea olímpicamente. Por mucho que nos parezca ancestral la religión islámica -una herejía a la postre del cristianismo-, creer en la divinidad no deja de ser menos irracional que matar toda idea de Dios -causa incausada-. ¡Amigos! Gran tanto a favor de los musulmanes. Anatolio Calle Juárez (Navatejera). Cualquiera que sepa que hablamos del partido de baloncesto celebrado en el Municipal de León el pasado 4 de Enero, pensará que nos hemos equivocado. Es cierto. El Baloncesto León sucumbió en un apretado encuentro en el que el rival mostró ser menos malo. Pero aparte del resultado final y la polémica suscitada tras el partido de ida, el sábado hubo dos claros vencedores. Uno de ellos se llama Pepe (Llorente, claro), uno de los más jóvenes de la plantilla leonesa y que salió al campo para sacar las castañas del fuego a sus compañeros más experimentados, pero uno no lo puede hacer todo. El otro estaba dando órdenes en el banquillo rival, y pese a los pitos del comienzo, la polémica en los medios y las malas formas de algunos, se llevó el «león» al agua. Al final, los de Quino Salvo perdieron, pero en la cancha había dos de León -de la cantera- que, sin lugar a dudas, fueron los claros vencedores. Juan González (León). El caos de la circulación en León, no solamente es achacable a la infraestructura y a las medidas que puedan tomar las autoridades locales. Una gran parte de responsabilidad la tenemos los automovilistas. Ejemplos: se aparca en carriles destinados a girar a la derecha, cerca de los semáforos, véase Avenida de Fernández Ladreda, giro a la derecha en Plaza de Toros. Si un coche está en doble fila parado a la izquierda, un segundo coche no tiene empacho en aparcar a su altura a mano derecha también en doble fila. En una calle de doble carril la mayoría van justo por encima de la línea central, ocupando los dos carriles, al llegar al semáforo en rojo se forma solamente una larga fila, atascando en muchos casos el cruce anterior. Se sale de los semáforos con una lentitud exasperante y, claro, pasan en verde cuatro de cada vez. En atascos no se duda ni un momento en quedarse parado encima de un paso de peatones, un cruce o una salida de otra calle. Es raro que un coche con matrícula de León se pare para dejar salir a otro que está desaparcando, saliendo de una calle etcétera. Se circula muy lento y con muy pocos reflejos, pero se sigue a esa velocidad sin parar, aunque un peatón este esperando para pasar en un paso de cebra. Con los pasos de cebra elevados se ha conseguido una cosa, los peatones tienen que esperar más a que los coches pasen, pues van mas lentos para no estropear el vehículo, pero los que no cedían el paso a los peatones, siguen sin hacerlo. Acercarte con tu coche a menos de un metro de otro, cambiar de carril con el intermitente puesto con antelación o cualquier maniobra normal, te hace merecedor de una mirada airada o algún improperio. Hay coches aparcados encima de las aceras, pegados a la pared, lo que obliga a los peatones a salir a la calzada. Tengo la sensación que para muchos es mas importante la chapa de su coche que los huesos de los peatones. ¡Ah! y no se te ocurra hacer ningún comentario sobre estas cosas, puedes tener una bronca o escuchar argumentos de lo más pintoresco. Señor alcalde: algo de dinero en una eficiente campaña de educación y cocienciación vial, no estaría mal. Carlos D. Fernández (León).David Muñiz dejó en el contestador el siguiente mensaje: «Leo su periódico y veo en titulares que han atropellado a un hombre que sufría un ataque epiléptico. Resulta que tengo un tío que es epiléptico, precisamente en Villaturiel, y en la página 6 no venía nada de la noticia mencionada, con lo cual aumentó mi preocupación». N. de la R. Nuestro lector tiene razón. La información citada sí se publicaba pero en la página 15 y no en la 6 como erróneamente se señalaba en la primera página.