Diario de León
Publicado por
Javier Tomé
León

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España va bien, sí, porque las torturas visuales que padecemos los televidentes hispanos se limitan a engendros como Operación Triunfo o Gran Hermano, que si bien alimentan la burricie colectiva, al menos no provocan cortes de digestión. Los límites del entretenimiento en televisión han saltado todas las barreras éticas y estéticas, como prueba el documental emitido por la cadena británica Channel 4 en días pasados. Para celebrar las Navidades con sus espectadores, los programadores no tuvieron mejor idea que emitir el documental «Pekín se mueve», un bodrio en el que cierto presunto artista daba mordiscos al cadáver de un recién nacido, mientras que otros camaradas de la movida china sustituían el cava por un brebaje demoníaco que mezclaba el vino con un pene humano marinado. Un espectáculo dañino para el estómago del espectador, pero que atrajo a un millón de televidentes británicos. El presentador de este ensayo de antropofagia cultural defendió su valor educativo, apelando a los valores transgresores del arte chino. Y el muy gorrino protagonista, Zhu Yu, se defiende de sus detractores argumentado que «ninguna religión prohibe el canibalismo». ¡Ay, si el pobre Mao levantara la cabeza! Le ocurriría seguramente lo que a un buen número de ingleses, que atrapados de improviso en semejante testimonio artístico sufrieron un sofocón que les rebajó hasta la celulitis navideña. Otros, más prácticos, clamaban por un exorcista que ayudara a Zhu Yu a retornar al buen camino. ¡Y pensar que aquí protestamos por los programas de José Luis Moreno! Nos quejamos de vicio.

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