TRIBUNA
Nos beben el agua
En la segunda mitad del siglo XIX el insigne aragonés, don Joaquín Costa escribió que España nunca sería rica mientras el agua de sus ríos fuera al mar. El señor Joaquín Costa se daba cuenta que una de las mayores riquezas de un país es el agua. Tenía razón: actualmente los países más ricos de la tierra son aquellos que utilizan sus recursos hídricos con la máxima eficacia en el desarrollo de su agricultura y su ganadería. Están los casos de Estados Unidos, Francia, Alemania, Dinamarca, Gran Bretaña, Holanda, Japón y otros pocos más. En España, el fuerte impulso económico comenzó con la construcción de embalses para el aumento de regadíos. Esto es algo que todo el mundo lo sabe. También es de sobra conocido que hay muchos países, por ejemplo en América del Sur, que tienen enormes recursos de agua y que por no utilizarlos adecuadamente, no han sido capaces de lograr el desarrollo económico conforme a sus posibilidades. La provincia de León es posiblemente la más rica en agua de toda España y, sin embargo, ocupa uno de los últimos lugares en bienestar. Esto también es conocido y admitido por todos. ¿Cómo es posible? La explicación es muy sencilla: la provincia leonesa no está utilizando como debiera sus recursos hídricos. No actuamos como los países ricos sino como aquellos que, aun teniendo recursos, no los utilizan convenientemente. El agua es, sin lugar a dudas, la mayor riqueza, el mayor patrimonio de esta tierra. Es un auténtico maná que nos cae del cielo año tras año y nos seguirá cayendo, no se acabará nunca, gracias a Dios. Esta riqueza es la envidia de la mayor parte de las provincias españolas, es el objeto de deseo que todos quisieran tener. Por eso, imitando a don Joaquín Costa, me atrevo a decir que León nunca será rica mientras el patrimonio de su agua sea administrado y distribuído por entes ajenos a esta provincia. Hace quince años se cerró el embalse de Riaño, una reserva de 650 millones de hectómetros cúbicos de agua, un gigante, un enorme caudal de vida para el campo. Han pasado quince años pero el este de la provincia leonesa muere poco a poco de sed, sus habitantes, hartos de promesas incumplidas, han emigrado, dejando el campo deshabitado. En esos quince años, la Confederación Hidrográfica del Duero, -CHD-, ha construído el trasvase Esla-Carrión para regar miles de hectáreas en la provincia de Palencia. El pasado mes de agosto, cuando el agua empezaba a escasear, los palentinos, con el beneplácito de la Confederación, decían con soberbia que ellos tenían los mismos derechos que los leoneses al agua de Riaño. Hasta ahí hemos llegado: nuestros vecinos de Palencia dicen tener los mismos derechos que nosotros sobre el agua de nuestra propiedad, sobre algo que es nuestro patrimonio ¿De dónde le vienen esos derechos? Que yo sepa el río Esla es un río leonés y zamorano, nada más. A estas dos provincias les corresponden sus aguas por lógica. Cuando España construyó el trasvase Tajo-Segura tuvo que negociar con Portugal un caudal mínimo de agua para el Tajo, porque el Tajo es también un río portugués y necesitaba sus aguas. Con el trasvase del Ebro a todo el levante, ni valencianos, ni murcianos, ni andaluces hablan de derechos sino de solidaridad. No tiene explicación lógica que el mayor patrimonio de León, el agua, sea administrado por alguien ajeno a esta provincia y que además necesita ese recurso como el vivir y que como vecino se puede aprovechar de ello. Es, como se dice vulgarmente, dejar al lobo al cuidado del rebaño: se acabará comiendo las ovejas. Aquí nos «beben» el agua poco a poco hasta matarnos de sed. ¿Consentirían los aragoneses que los catalanes les quitaran el agua de sus ríos afluentes del Ebro o viceversa? Sería impensable, estas cosas sólo pasan en León y, como todo tiene una explicación, este caso también la tiene. León no goza de una democracia, sino que sufre las consecuencias de una plutocracia. La plutocracia es el gobierno de los ricos y poderosos y nadie duda de que en el Viejo Reino gobiernan los poderosos y ricos caciques vallisoletanos. ¿Se pueden afirmar estas cosas sin ser tratado de demagogo? Pregunta directa que requiere una respuesta clara. Reflexionemos: el gobierno autonómico nos priva de nuestros derechos para tomar decisiones sobre nuestros intereses, ellos deciden por nosotros, ellos deciden lo que hay que hacer, cómo lo hay que hacer y cuándo hay que hacerlo. Los dirigentes provinciales no protestan cuando nos despojan de nuestro patrimonio, más bien al contrario, permanecen sumisos por miedo a perder sus privilegios. Estamos gobernados por plutócratas que sólo miran por sus intereses, no formamos parte de la Autonomía, somos una colonia de ella. Si León tuviera Autonomía propia y pudiéramos decidir sobre nuestros asuntos, si tuviéramos unos políticos capaces de trabajar con amor por y para esta tierra, seguro que seríamos respetados, seguro que nadie intentaría apoderarse de nuestro patrimonio, seguro que nuestros jóvenes no emigrarían, seguro que algunas de las obras que están en construcción y algunas más ya esta- rían terminadas, seguro que estaríamos orgullosos de nuestra tierra, seguro que volveríamos a ser la admiración del resto de los españoles, seguro que recuperaríamos la ilusión, seguro.