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Publicado por
J. F. Pérez Chencho
León

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Se debate estos días en León, con un trienio de demora, la Ley de Ordenación de la Edificación (LOE). Un debate que apadrina el Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de León, una unidad en síntesis: aparejadores y arquitectos técnicos son hoy lo mismo. La antesala de los arquitectos. Y entre sus conferenciantes de lujo, contó con el ex-presidente del Tribunal Supremo, Pascual Sala, que no eludió la transcendencia de la Ley y su próxima contribución a clarificar un paisaje más justo en ese mundo complejo de la construcción. Pascual Sala, a la mañana siguiente, acudió a la Clínica Nuestra Señora de Regla, para visitar a un jurista amigo: al «santo padre» del último cuarto de siglo en la judicatura leonesa, viejo amigo y entrañable contertulio: José Rodríguez Quirós, presidente de la Audiencia Provincial, con el que compartió acuerdos y disensiones cuando ambos escudriñaban la justicia en el máximo tribunal, ya fuera de lo civil o de lo social. Pascual Sala acudió a la Clínica de La Regla para visitar a su viejo amigo. No, no; a su amigo, que de viejo tiene lo que yo de iluso. Lo vende la publicidad de la ONCE: por tener ilusiones no se me puede llamar iluso. Pepe Quirós es original en todo. Hasta en fabricar un virus que no conocen los humanos, sólo los doctores más expertos. Y ese virus raro le ha tenido diez días entre las piedras venerables de La Regla. Ayer le dieron de alta, aunque tendrá que guardar dos semanas de prudencia, sin ejercer de furtivo en los almuerzos. Será una batalla en toda regla. Bueno, digo que Pascual Sala acudió a la Clínica para visitar a su compañero Pepe Quirós. Rescataron medio centenar de anécdotas, me consta; pero no hablaron para nada de la judicialización de la política leonesa: ni del archivo de la querella socialista contra el corregidor de Ponferrada, López Riesco, del ex-corregidor Isamel Álvarez, y del resto de consejeros por la venta de parcelas edificables en La Rosaleda (PAU1), ni del sobreseimiento de la querella por injurias y calumnias de Ebro Agrícolas contra el líder campesino de Asaja, José Antonio Turrado. Tampoco rozaron, ni siquiera levemente, el asunto de la indemnización a los ex-presos y represaliados durante la dictadura franquista, a los que la Junta de Castilla y León ha reconocido una indemnización por sus muchos sufrimientos y lágrimas. En León, tal vez, está el máximo beneficiario. ¿Beneficiario, digo?. Quiá: está el que más padeció aquella lúgubre sombra de Caín. Se llama José Tejera, ex-de casi todo: constructor, presidente de la Casa de Asturias, 86 años, bondadoso e inequívoco en su andamiaje ideológico. Según mis cálculos, percibirá 19.200 euros, correspondientes a ocho años de esclava soledad. No me atrevo a pedirle que los gastemos juntos, entre otras razones, porque podía acabar también conmigo.