EL RINCÓN
Sueldo de madre
Las personas afligidas por la tendencia a la generalización suelen decir eso de que los hijos dan mal pago, pero un hijo no es una empresa. Sólo le debe a sus progenitores la vida, que es muy dudoso que sea un bien. El sistema europeo actual intenta corregir el hecho de que los hijos traigan un pan debajo del brazo y no un jamón, como sería un detalle de buen gusto en cualquier invitado, y más si viene dispuesto a quedarse durante una larga temporada. España es el país que ofrece menos prestaciones familiares por los hijos. Somos los más cutres del continente y para demostrar que estamos dispuestos a seguir siéndolo, se le ha designado un sueldo de 100 euros al mes a las españolas que trabajan fuera de casa y tengan niños menores de tres años. Algo es algo, pero 100 euros es casi nada. Menos da una piedra, dirán las madres, pero las piedras vienen a dar lo mismo. Tenía que ser más generoso el Gobierno de un país en el que se ha perdido la afición a procrear, a pesar de que los trámites siguen siendo placenteros. Nuestro índice de natalidad es bajísimo y estamos importando niños. Cada vez hay más adopciones y eso permite conjeturar que a muchos compatriotas les siguen encantando las criaturas recientes y lo único que ocurre es que, en vez de molestarse en hacerlas, prefieren que se las den hechas. Se debieran barajar otras cantidades más parecidas a las que circulan en la UE, donde existen además otras medidas para ayudar a la crianza de los hijos. Las mamás austriacas, por ejemplo, tienen un sueldo de 436 euros, que es bastante razonable, aunque de ningún modo les compensa de unas tareas que sólo el amor hace llevaderas, sobre todo si se lleva al niño a la guardería. Horrible nombre, por cierto. Los niños no están para guardarlos. Claro que en otros tiempos había denominaciones peores: se hablaba de «cargas familiares». Era la época en la que se cobraban «puntos» por cada vástago. Había que reponer a los muertos de la guerra.