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Publicado por
Federico Abascal
León

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Rodrigo Rato sigue presentándose voluntario a la jefatura del Gobierno, siempre que el PP lo nombrase candidato, y hasta enumera sus méritos en un curriculum vitae muy favorable. Contrasta esta actitud con la discreción milimétricamente calculada de los otros delfines, Rajoy y Mayor Oreja, cuya humildad aparente no deja traslucir, ni mucho menos, que se consideren indignos de los honores de la sucesión. Pero quien más digno se considera es Rato, y no se recata en proclamarlo últimamente. Se dice que esta actitud del vicepresidente económico es una forma de presionar a la esfinge, con la supuesta esperanza de que Aznar abra anticipadamente el sobre que guarda su secreto. Ayer no vivió el presidente del Gobierno sus horas más altas, pues la celebración en A Coruña del consejo de ministros, por muy generosas que sean las medidas aprobadas para la recuperación de Galicia, no silenciaron las multitudinarias voces de protesta en torno a la plaza María Pita, cerrada a cal y canto por la policía para que Aznar sólo oyera el griterío en sordina. En un ambiente de gran efervescencia social, Aznar aseguró que el plan para Galicia «es un compromiso personal (suyo, se entiende) y un compromiso del Gobierno». Y añadió para disipar toda ambigüedad que (ese plan) «lo he impulsado personalmente y también he querido presentarlo personalmente». Pero si en Galicia se detectaban ya graves disensiones sociopolíticas, la celebración del consejo de ministros en A Coruña podría haberlas aumentado, pues un daño, y no colateral sino directo, de esa reunión del Gabinete habría afectado al mismo alcalde, que vió y oyó ayer a una multitud ciudadana en su contra. Es, sin embargo, posible y hasta probable que al margen de la efervescencia callejera, amplios sectores sociales valoren positivamente el plan del Gobierno y no se dejen influir por la exasperación de la plataforma Nunca máis, pero resulta imposible borrar ahora la impresión de que tanto la catástrofe generada por del Prestige como el consejo de ministro en A Coruña podrían canalizar hacia el Bloque Nacionalista un número muy considerable de votos, hasta el punto de convertir al nacionalismo en la primera fuerza de Galicia. Aznar considera el plan aprobado por el Gobierno su «compromiso personal», y decisión suya ha sido la celebración del consejo de ministros allí, una vez ofrecido por el alcalde. Bullicio en A Coruña, en Santiago y en el PP gallego. Y Rodrigo Rato se autopostula sucesor, asegurando que, entre sus «componentes», figuran los de liderazgo, sacrificio, ilusión, pasión e ideología. Es una forma de presionar a la esfinge.

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