fronterizos
El cásting
CUANDO ésta era una provincia de mineros y agricultores había comités de empresa, manifestaciones ruidosas y sindicatos agrarios. Ahora es tierra de artistas, o de aspirantes a estrellas, y la herramienta fundamental es el cásting: más de un centenar de aspirantes entre cinco y ochenta años haciendo cola en el Bergidum para hacer prácticas con los alumnos de la Escuela de Cine, reivindicando los quince minutos de fama «per capita» que proclamaba el mejor «vendemotos» de la historia del arte. Es tal la fiebre del cásting que ha contagiado a la clase política en esta semana animada como pocas en la que al principal grupo de la oposición ponferradina le crecen los enanos por debajo de todas las mesas abiertas en estos cuatro años. Primero una foto de un cásting de veteranos; una foto en blanco y negro con estrellas que quizá algún día brillaron; una foto en la que se podían leer tanto las presencias como las ausencias. Después, la aparición del protagonista judicial archivando una querella en la que se habían puesto demasiadas esperanzas; derribando una apuesta de excesivo riesgo que ha llevado la política local por caminos que nunca debieron tomarse y devolviendo la bofetada multiplicada por diez al emisor. Por si fuera poco, a última hora aparece en el cásting un grupo con nombre de apariencia «heavy metal» y siglas como de democracia cristiana que quiere sumarse al rodaje previsto para el 25 de mayo. En el cine profesional existe la figura del director de cásting que separa el grano del entusiasmo de la paja vocacional. Lástima que no exista esa figura en la política: ahorraríamos un montón de ruido.