Irak afecta a España

A izquierda suele ser más pacifista que la derecha, y así la palabra paz se oye más estos días en boca del PSOE que en la del PP, ante el previsible ataque unilateral o multilateral de Estados Unidos contra Irak. Cabe imaginar, sin embargo, que si el PSOE estuviera en el Gobierno, su actitud tal vez no se diferenciase mucho de la que en ese caso adoptaría la oposición «popular». De todos modos, entre las escasísimas revelaciones del presidente y las abundantes del líder socialista, las diferencias más parecen de matiz que de fondo, pues mientras Zapatero pone la legitimidad del conflicto en manos del Consejo de Seguridad, Aznar se ha ido aproximando a esa tesis, a medida que Bush, sin renunciar a la soberanía globalizada de su decisión final, dedica a la ONU ciertas deferencias. Ha encargado a Colin Powell que muestre ante el Consejo de Seguridad, el próximo miércoles, las pruebas sobre el arsenal de armas de destrucción masiva que almanecería aún Sadam Husein. La ministra de Asuntos Exteriores loaba ayer esa actitud de Bush, considerando que Powell bien podría realizar la carga probatoria al margen de la ONU. Pero las bolsas de valores han interpretado negativamente tanto el discurso que pronunció ayer Bush, -madrugada española-, como el hecho de llevar a los miembros del Consejo las pruebas contra Sadam suministradas por los servicios de inteligencia norteamericanos. El consejero Chencho Arias, parece verse obligado a condicionar su voto a la calidad de las pruebas. Aznar ha accedido al fin a explicar, el próximo viernes, en el Congreso su postura ante el previsible desencadenamiento bélico contra Irak, y la oposición española procurará enterarse de cualquier compromiso personal/gubernamental que el presidente de nuestro Gobierno haya adquirido con Bush, en los frecuentes contactos entre ambos políticos. Una impresión anticipada sería la de que mientras Zapatero, y los pacifistas, intentan ganar tiempo, para que los inspectores de la ONU «peinen» minuciosamente la extensión geográfica irakí, a Aznar parece haberle convencido la argumentación de Bush sobre los arsenales altamente peligrosos de Sadam Husein. Nuevamente se configuran en España dos posturas ante un conflicto externo, que a nuestro país le afecta directamente, por las bases conjuntas en territorio andaluz, y sería de lamentar que el asunto rompiera el consenso en política exterior que se ha venido manteniendo durante la democracia. Es de esperar que Aznar no provoque a la oposición con descalificaciones, como es de esperar que la oposición se limite a obtener la información que el presidente está obligado a dar, sin dedicarle críticas de índole personal, por tentadoras que resulten.