Diario de León
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León

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N los colegios se hicieron ayer redacciones sobre la paz. «Pe», «A», «Zeta», recalcaba una escolar ponferradina esculpiendo en el aire su mensaje. Pero ¿qué puede hacer la ingenuidad infantil ante la implacable industria de la venganza? Nada. Nadie, entre los que tienen poder de decisión, escucha mensajes que, como poco, se tildan de candorosos; ilusorios juegos florales, globos de colores que se esfuman. Y, sin embargo, ahí está la clave de todo. En nuestras manos está poner los cimientos de esa «generación de niños valientes» que reclamaba Bertrand Rusell. Una valentía que no tiene que ver con la precocidad en el manejo de un fusil ametrallador sino con su capacidad para apreciar los valores de la generosidad y la solidaridad. «La Educación es la llave del nuevo mundo», subrayaba el filósofo que nunca pudo atisbar -tampoco nosotros lo haremos- los albores de ese mundo del afecto y de la libertad. Por ahí anda la auténtica revolución y no en la repetición machacona de ese máximo fracaso que es la guerra. Bush y su dialéctica del maligno aburren a las vacas mientras algunos de los líderes europeos -entre ellos nuestro presidente- intentan poner en orden sus ideas y redactan, con microscopio sintáctico, una especie de manifiesto justificativo que es un impecable monumento al cinismo. Inequívocas son ahí las referencias a la necesidad de contar con la decisión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas antes de prender la mecha de la guerra con Irak, pero ¿de qué sirve esa toma de posición cuando el jefe supremo del Imperio ha dicho con meridiana claridad que hará lo que estime oportuno si el Consejo de Seguridad «no está a la altura de las circunstancias»? Falta valentía. No se pone en cuestión ese criterio tan resbaladizo y de imposible encaje en el Derecho Internacional que es el de «ataque preventivo» y se hace oídos sordos al clamor creciente de una sociedad cada vez más alejada de sus mandatarios que lo que pide es una «paz preventiva». Es terrible, es inmoral pensar en las medidas de todo tipo que podrían adoptarse con todo ese dineral que se va a destinar a masacrar a miles de inocentes. No se puede combatir al terrorismo internacional con el terrorismo sofisticado. No hay un terrorismo de manos limpias sino puro terror que se dibuja en los rostros de esos anónimos desheredados cuyas vidas no son un valor a tener en cuenta. El próximo día 5, Santa Águeda, Bush nos dará más razones para «lo inevitable»... y sonrisas cómplices se cruzarán en los altos despachos de las multinacionales del petróleo. ¿Hasta cuándo?

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