Diario de León

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Elecciones en clima de guerra

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A guerra lo llena todo. Incluso ha desbancado en los medios de comunicación al «Prestige» y es de temer que tiña la pre-campaña de las municipales y autonómicas. No es descabellado pensar que para mediados de febrero la cuestión bélica esté en su momento más caliente, coincidiendo, por tanto, con el comienzo de la pre-campaña. Si el PP va a centrar el contenido de su programa en problemas tan concretos como la bajada de impuestos y la seguridad ciudadana, el PSOE aprovechará la oportunidad de la guerra para atraerse al electorado «pacifista» que, según las encuestas, desborda los límites partidarios. Es verdad que las posiciones ante el conflicto internacional no tienen nada que ver con los problemas relacionados con las administraciones locales pero al PSOE le servirán para su objetivo principal que es marcar distancias ideológicas con la «derecha». A los calificativos de autoritaria y reaccionaria podrá sumar el de «belicista». Una buena razón, piensa la dirección del PSOE, para desautorizar radicalmente al PP y sus propuestas. La utilización de la guerra de Irak en esta campaña electoral no es tan disparatada en la medida que los socialistas quieren convertir las municipales y autonómicas en un ensayo general de las legislativas. Esperan mantener sus posiciones en las comunidades y ciudades en las que están en el poder y esperan que el chapapote manche al PP fuera de Galicia incluso. Estas elecciones son una prueba de fuego para el liderazgo de Rodríguez Zapatero. Los dos partidos nacionales van a las elecciones con dos tipos de estrategias muy diferentes. La del PP está pegada a la realidad, a los problemas cotidianos y a los intereses más concretos: por un lado, la bajada de impuestos que se predica incluso como un factor de racionalidad económica general y, por otro, el aumento de la seguridad ciudadana que ha venido precedida de las reformas del Código Penal (la revisión de un centenar y medio de artículos) en punto al endurecimiento de las penas relacionadas con el terrorismo, al narcotráfico los malos tratos y a aquellos casos en los que la inmigración puede servir de cobertura para la reincidencia... Así que el slogan de una mayor seguridad no aparece como una promesa electoralista sino como el broche de unas políticas muy debatidas. La verdad es que el PP ha demostrado una gran coherencia al desarrollar toda esta línea que se inició con el Pacto Antiterrorista -al margen de quién lo propusiera-, que continuó con la propuesta de ilegalización de Batasuna y que ha culminado con las reformas del Código Penal, «el código de la seguridad», según la expresión del ministro de Justicia. La estrategia del PSOE no va por políticas tan concretas; espera que el éxito de una batalla más generalista e ideológica, basada en la desautorización, cuando no deslegitimación, del PP. Será una campaña más propia, como he dicho, de unas legislativas, hasta el punto de que no estará ausente la polémica sobre la sucesión de Aznar. En ese sentido los resultados de las elecciones en Madrid capital y Madrid comunidad serán un test como primarias de las generales. Una apuesta muy arriesgada para el PSOE si tenemos en cuenta las encuestas, absolutamente favorables para Ruiz Gallardón y positivas para Esperanza Aguirre. Quizá por todo esto los socialistas necesitan el concurso de la guerra de Irak, el pacifismo como dudoso factor en unas elecciones locales.

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