¿Vale todo en televisión?

CADA día retrocedemos un paso. Nos hemos quejado mucho de la telebasura y casi siempre hemos creído que no se podía ir más allá. Siempre nos equivocamos. Hay quien desnuda su cuerpo, lo que escandaliza a algunos, y hay quienes no sólo se desnudan moralmente sino que se prostituyen cada noche, se convierten en "famosos", reciben trato de favor en muchos lugares y alguno hasta vende libros que nunca aprendió a escribir. Y lo hacen por precios que no cobran las prostitutas o los gigolós de lujo. Porque ellas y ellos «salen en televisión». Lo hacen amparados por profesionales del periodismo que hace tiempo vendieron el carné para convertirse en los histriones del circo. Histriones, pero a precio de oro. Los hay también que juzgan, despellejan, maltratan y agreden noche tras noche a artistas, buenos o malos, y a los vividores de ese mundo. Son carroñeros que viven de lo de los demás. Basura en la telebasura. Últimamente han florecido algunos programas de investigación que, bajo el pretexto de descubrir a los timadores, a los golfos, a los proxenetas del espectáculo, a los que tienen puesto precio a cada acto de su vida, les graban subrepticiamente imágenes y declaraciones que les dejan con el culo al aire. Con el culo y con las vergüenzas, si es que las han tenido alguna vez. Los espectadores no pueden dejar de alegrarse del desenmascaramiento de la golfería. Pero ¿eso es periodismo de investigación, periodismo legítimo? ¿Vale todo en esta guerra de todo por la audiencia y la verdad al carallo? Yo creo que no. Unos y otros están convirtiendo en normal la anormalidad; están haciendo «importantes» a lo peor de cada casa, llámense «matamoros», «granhermanos», «condes», «boris» y demás. ¿Saben ustedes de quién es la culpa? De quien programa la basura y de cuantos vemos esos programas. Ellos, simplemente, se aprovechan de vivir en el basurero.