Trampas

El debate sobre Irak tiene dentro demasiadas trampas. La posición manifestada por Chirac y Schroeder no es de oposición a la guerra, o al menos no es de mayor oposición a la guerra que la de Tony Blair y José María Aznar, como se ha apresurado a dejar claro, por lo que a su país concierne, la Embajada alemana en Madrid, y como los hechos demuestran con los movimientos militares preliminares franceses. Pero los mandatarios citados quisieron enviar un mensaje a los socios europeos sobre quién manda en la Unión, y se encontraron con el artículo de «los Ocho» en The Wall Street Journal que les salieron respondones. La actitud de los partidos españoles de oposición, cuando presentan a Aznar como una especie de paranoico ansioso por enviar miles de soldados españoles al matadero, tiene una clave preelectoral que sólo los ciegos voluntarios no ven. En cuanto a los argumentos morales -el líder socialista José Luis Rodríguez Zapatero llegó a invocar en el Parlamento la autoridad de los obispos españoles en apoyo de su tesis-, se caen por su propia base en cuanto se repara en la actitud moral de los partidos de oposición en otras materias. No es nada fácil creer en la sinceridad de su humanitarismo cuando están exigiendo ampliar los supuestos legales de la legislación sobre aborto provocado, que ya se ha cobrado más víctimas en España que nuestra guerra civil. Demasiadas trampas para que de este debate enconado pueda salir alguna luz.