EN EL FILO
Demasiada soledad
Debe sentirse extraño Aznar en su aislamiento político, abandonado incluso por los nacionalismos catalán y canario que siempre le habían prestado fidelidad. Se trata, eso sí, de un aislamiento interno y limitado a una parcela de nuestra política exterior, aunque se trate de la parcela en la que va a decidirse o confirmarse la implicación de España en un ataque algo más que hipotético de Estados Unidos, solo o en compañía de otros, contra Irak. El asunto iraquí o, visto desde su envés, el unilateralismo de Bush defendido por Aznar ya ha producido daños colaterales en la Unión Europea, dividiéndola, y en España, fraccionando el Parlamento en dos grupos: el "popular", al servicio del Gobierno, y el resto de las fuerzas políticas, contrarias a las tesis belicistas del presidente norteamericano. La rotura del consenso en nuestra política exterior tendrá efectos exiguos sobre la realidad internacional, en la que no va a producir serias perturbaciones. Ocurre, sin embargo, que el simple alineamiento de España, a través de su Gobierno circunstancial, en la tesis que a una amplia mayoría ciudadana le parece incorrecta no es una decisión gratuita o simplemente estética, pues nuestro país se haría responsable, muy directamente, de las consecuencias del alineamiento, cuyas derivaciones de toda índole no serían, aunque pudieran parecerlo, política/ficción, al menos alguna de ellas. Ya se sabe que después del trauma del 11-S Estados Unidos se siente impulsado a una acción exterior más o menos constante, pero desde la «vieja Europa», aunque el secretario norteamericano de Defensa, Donald Rumsfeld, considere a España como país de una Europa «nueva», la conveniencia de cultivar la quietud, a la espera de soluciones políticas o diplomáticas, parece aconsejable. Y entre acción y quietud se debate la UE, con la paradoja añadida de que practican la quietud quienes no se mueven, es decir, quienes siguen con pasmosa fidelidad la doctrina impulsiva de Bush, y hasta los hallazgos retóricos de éste. La movilidad corresponde, en contra de lo que Aznar denuncia, a quienes, además de defender la paz, luchan contra una guerra, subrayando los principios jurídicos, políticos, económicos y morales que infringiría su desencadenamiento. La responsabilidad de seguir las tesis de Bush es demasiado grande para no someterla a un largo y profundo análisis/debate parlamentario. Entre otras razones para que el Gobierno del PP tuviera la oportunidad, mediante la recuperación del consenso, de liberarse de unos compromisos adquiridos de espaldas y contra la voluntad mayoritaria de la sociedad.