Diario de León

TRIBUNA

No a la paz a cualquier precio

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LEYENDO el editorial de Diario de León del pasado tres de febrero de este año me vienen a la memoria dos ineludibles citas de Maquiavelo. La primera es de El Príncipe: «No debemos dejar nacer un desorden para evitar una guerra, pues acabamos no evitándola, y sólo la diferimos, lo que redunda a la postre en perjuicio nuestro». La segunda es de los Discursos sobre la primera década de Tito Livio. «El pueblo, engañado por una falsa apariencia de bien, desea muchas veces su propia ruina». Ambas son muy jugosas. Centrémonos en la primera. Las masas creen que no es necesaria una guerra. Organizan manifestaciones y tienen ganado el espíritu de los más pusilánimes. La guerra no es deseada por nadie.En eso basan su estrategia los irresponsables. Pero la historia nos muestra que los aplazamientos de cualquier conflicto no los han evitado, sólo postergado, volviéndose éstos mucho mayores de los que eran en un principio. La indecisión de los aliados en la segunda guerra mundial contribuyó a que el régimen de Hitler se adueñara de la casi totalidad de Europa. También entonces existían pacifistas irresponsables que con su actitud colaboraron a los millones de muertos que el conflicto bélico originó. La guerra del Golfo con la invasión de Kuwait es otro ejemplo más reciente. Si entonces se hubiera avanzado hasta Bagdad hoy no estaríamos hablando de la posibilidad de otro conflicto bélico. Conflicto que será, no lo duden, mucho mayor en envergadura que el anterior. Respecto a la segunda cita de Maquiavelo vemos que en España, las masas claman por la «paz». Una paz que no es tal, una paz que es mirar hacia otro lado y que traerá males infinitamente mayores que un conflicto bélico en el que Sadam es el único culpable. Los partidos dirigidos por «aficionados» -como en la película de Ivory «Lo que queda del día»- tratan de aprovechar los réditos de una postura facilona, desmontando cual es su envergadura de dirigentes. Que las masas quisieran en más de un ochenta por ciento la paz no demuestra que no están equivocadas. Ochenta por ciento fue la cuota de pantalla de Gran Hermano en su mejores épocas. Esto no demuestra nada, ¿o tal vez si?. La responsabilidad de un grupo que pretende algún día gobernar en España debiera ser la de decirle a esas mismas masas que en el informe de los inspectores de las Naciones Unidas se habla de la «poca colaboración de Sadam y su régimen», de la ignorancia del destino de 25.000 litros de ántrax respecto a los cuáles no se ha dado explicación de las 6.500 cabezas químicas que Irak poseía en la invasión de Kuwait y han desaparecido, de la «enorme» proliferación de máquinas de fermentación de cerveza -¿no tienen los musulmanes prohibido el alcohol?- y productos lácteos susceptibles de ser utilizados para fabricación de agentes biológicos... ¿Por qué mienten esos partidos, entonces? ... ¿Acaso no se alinean con las posiciones de Francia que nos recuerdan peligrosamente a la irresponsabilidad del mariscal Petain en su día y su régimen colaboracionista de Vichy?. No estaría de más releer a Maquiavelo. La historia se repite insistentemente una y otra vez. Los pueblos repiten sus errores porque ignoran la historia. España es un país en el que se lee poco, y lo que lo hacen, se conforman con las novelas. El ataque a Irak es una cuestión tan vieja como el mundo. El «no a la guerra» significa, sí a una guerra postergada y mucho más virulenta, más globalizada, en la puerta de cada capital europea, sin excepción. Incluidos los que cierran lo ojos.

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