Diario de León

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El disputado voto de Pujol

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IENE razón Javier Arenas al diferenciar soledad y sinrazón, aunque nadie había identificado ambos términos, pues si la soledad parlamentaria del Gobierno del PP quedó ayer meridianamente demostrada, su sinrazón sólo es supuesta, al diluirse en la de, al menos, otros ocho países europeos, fieles al vínculo trasatlántico, que actualmente obligaría a asumir las tesis belicistas de Bush. La sinrazón actúa fuera de lo razonable, y el Gobierno español sólo actúa al margen de la opinión pública del país, mayoritariamente opuesta a una acción militar contra Irak. Esa actitud de espaldas a la opinión pública, debida a razones insuficientemente indescifradas por Aznar, situaba ayer a su Gobierno en una soledad parlamentaria muy llamativa. Hasta sus dos socios tradicionales, los nacionalismos catalán y canario, instaban al Gobierno a agotar todas las vías para conseguir una solución pacífica a la crisis de Irak y evitar el conflicto armado. CiU votaba a favor tanto de su propia moción pacifista como de la pactada entre PSOE, IU, PNV, CC y grupo mixto, lo que suponía un voto unánime de toda la oposición contra la postura de Aznar, en sintonía con Bush. Lo que más ha afectado en La Moncloa ha sido la evasión de Pujol hacia las antípodas del PP, dando el voto catalanista a la izquierda, en la que se había engarzado sorprendentemente Coalición Canaria, de talante conservador. Cuando los Gobiernos centrales -ucedeos, socialistas o «populares»- atravesaban circunstancias difíciles, el voto de Pujol venía ser un apoyo eficaz para sacar a los Ejecutivos en apuros del trance y equivalía, asimismo, a un barniz de calidad democrática. Por eso, cuando CiU niega su voto, en quien lo solicitaba se emborrona de algún modo la imagen, como si a esa imagen le faltara algo de claridad. Se han disputado tenaz y ardorosamente el Gobierno y el PSOE el voto de CiU en la sesión parlamentaria de ayer, pues si los hombres de Pujol se inclinaban por la moción pacifista de la izquierda, con incrustaciones conservadoras, la soledad de Aznar se haría demasiado ostensible, dentro y fuera de España, mientras que si se abstenían, por esa abstención podría respirar el Gobierno «popular» algo de oxígeno. Pero ese ventanuco lo ha cerrado Pujol al autorizar a Trías, su hombre en Madrid, la defensa de una moción propia y el apoyo a la del resto de la oposición. Ya se sabe, como afirma Arenas sin venir muy a cuento, que no es lo mismo sinrazón que soledad, pero también se sabe que la soledad ayuda a meditar sobre la magnitud de los errores y de los aciertos propios, para corregir los primeros o preguntarse por qué los aciertos, si los hubiese, han conducido a la soledad.

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