desde la corte
Milagro en los precios
EL dato de los precios se dio a conocer ayer. Pero tuvo que estar elaborado el día de la Virgen de Lourdes, a juzgar por el milagro que contiene. Los precios, después de subir un cuatro por ciento en el año 2.002, al mes siguiente pegan un frenazo súbito, espectacular, casi nunca visto. En Galicia ha sido mucho más prodigioso: han bajado el doble que en el resto de España, lo cual significa que esta Comunidad se empieza a convertir en paraíso de la economía, quizá para compensar los desastres del "Prestige". Nadie sabe por qué a partir de Ponferrada bajan los precios el doble que en el resto de España, pero estas cosas ocurren. No hay más que verlo. Lo dice la estadística. El asunto es mucho más meritorio si se tiene en cuenta lo siguiente: enero es un mes de subidas en casi todo. Subieron la luz, algunas tarifas telefónicas y los transportes. No recuerdo qué pasó con las gasolinas, pero desde luego no bajaron. Subieron incluso los sellos de correos y todas las tasas del Estado. Según lamentó ayer mismo el señor Rato, subieron también los productos alimenticios, aunque tal beneficio no haya llegado a los productores de patata. Y sin embargo, oh prodigio, bajó el coste de la vida. ¿No les parece maravilloso? Yo no dudo, líbreme Dios, de que los datos del INE sean ciertos. Si ya no creemos en la estadística, ¿qué nos queda? Pero una de dos: o las rebajas de enero tienen una influencia decisiva en los comportamientos económicos, o don Rodrigo Rato tiene poderes taumatúrgicos. Si todo fuese por las rebajas, tendríamos una solución muy fácil: mantenerlas todo el año. Este mes de febrero puede ser maravilloso porque lo dice el anuncio: "en febrero más ventajas". Pero yo, como sigo creyendo en las meigas, me inclino por los poderes mágicos de Rodrigo Rato. Y no por nada, sino porque España necesita un mago. O un santo. De lo contrario, ¿a quién nos encomendamos cuando falte Aznar?