Diario de León
Publicado por
Fernando Abascal
León

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Ocurre siempre: la oposición política alienta las movilizaciones sociales mientras que el Gobierno de turno procura adormecerlas. No parece, sin embargo, que el actual Gobierno español pueda anestesiar la protesta ciudadana, explosiva y expansiva, contra un ataque «preventivo» a Irak, lo desencadene Estados Unidos unilateralmente o en compañía de otros. El rechazo a esa guerra cada vez más previsible es mayoritario, según los sondeos de opinión, y se ve apoyado por una gran diversidad de sectores sociales, desde la Universidad pública a altas jerarquías de la iglesia católica, desde la enseñanza media y secundaria al mundo del arte, desde sindicatos a partidos políticos, desde organizaciones no gubernamentales a personalidades de relevancia internacional, como Federico Mayor Zaragoza, exdirector de la UNESCO, quien ayer subrayaba la perversidad del proverbio «si quieres la paz, prepárate para la guerra» porque sólo reflejaría en esta ocasión «la inercia de la inmensa maquinaria armamentística». Ni las movilizaciones organizadas y estimuladas por el PSOE contra el ingreso de España en la OTAN, antes de las elecciones generales de 1982, despertaron la vehemencia que hoy muestra la sociedad española contra las tesis belicistas de Bush, compartidas por el presidente Aznar, si nos atenemos a la defensa de la postura norteamericana que realizan en las reuniones del Consejo Atlántico los embajadores de España y el Reino Unido ante la OTAN. El PSOE desmovilizó a la sociedad cuando, una vez en el poder, ya no le servía para nada sino, acaso, de incordio. Tampoco el Gobierno «popular», sostenido por su mayoría absoluta, ha prestado a las inquietudes sociales más que una atención forzada por una huelga general y amenazas posteriores de huelgas sectoriales. Pero esa larga desatención, que se remonta a los tiempos de Administración socialista, ha acabado enfureciendo a la sociedad, que se ha considerado menospreciada por la altivez del Gobierno «popular» y el hermetismo en el que ha venido ocultando sus decisiones más delicadas. Ante el estruendo social y el acoso de la oposición política, el presidente Aznar habría supeditado al informe de los inspectores de la ONU, que será conocido hoy, la decisión española en el Consejo de Seguridad. A pesar de las presiones que Hans Blix, el jefe de los inspectores, soporta para que su informe se ajuste a la tesis norteamericana, podría aventurarse que dicho informe dejará algún espacio abierto a la controversia, ofreciendo esa controversia alguna oportunidad para algún cambio de actitud, como el de defender el aplazamiento más o menos indefinido de la guerra.

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