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Publicado por
León

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PARA acabar con el problema del «Prestige» se requiere construir un robot, que costará 200 millones de euros, y para acabar con el decidido afán de Bush de destruir Irak se requiere emprender una guerra que costará muchas vidas. La solución a los vertidos de fuel y a los vertidos de odio, que también son negros y pegajosos, no se ha encontrado todavía. Cada vez queda menos tiempo de vísperas de guerra. Un Consejo de Seguridad dividido escuchó el informe de Blix, pero el Pentágono ya ha movilizado 215.000 soldados hacia la zona del Golfo. En Kuwait ya se encuentran otros 70.000 soldados cuya misión será proteger los pozos de petróleo que Sadam Husein, que ya está entrenado como pirómano, puede incendiar. Una vez metidos en gastos, es más que improbable que Estados Unidos renuncie a romper lo que llama «el Eje del Mal» y, de paso, a partirnos a todos por el eje. El canciller alemán Schröder y el presidente francés Chirac aún creen que puede haber alternativas de paz y por eso en Norteamérica se estudia boicotear sus productos y entrarán menos botellas de los inteligentes vinos franceses y menos sólidos coches alemanes. ¿A quién se le ocurre cuestionar las decisiones del Emperador? No ha caído en ese error nuestro presidente, al que no le preguntaron en la entrevista televisada si veía alguna relación entre la guerra y el petróleo. El Papa, con los restos de su voz ha vuelto a pedir la paz, pero Aznar, que es más cauto que Chirac y que Schröder, es menos papista que el Papa. Por eso hemos llegado a la curiosa tesitura de que España quiera la guerra y los españoles no. Es muy difícil mantener la engañosa esperanza y creer que la paz, que según un soldado llamado Miguel de Cervantes, es «el mayor bien que los hombres pueden desear en esta vida», sea aún posible. No se lo creen ni en la embajada española de Bagdad: están recogiendo los bártulos.