Diario de León
Publicado por
Pedro Calvo Hernando
León

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Las expectativas han sido espectacularmente desbordadas por la realidad. Y no lo digo por mí, que había pensado que en Madrid podría asistir un millón de personas. Incluso comenté en la calle que se llegaría al millón y medio. Pues por ahí debe andar la cosa, si se lima un poquito el entusiasmo de los organizadores, que hablan de dos millones en las calles de Madrid. No vamos a discutir por ello, puestos ya en esos niveles. Lo seguro es que jamás había sucedido una cosa así, ni siquiera en la mítica manifestación posterior al intento de golpe de Estado. Lo mismo hay que decir de Barcelona, Sevilla o Zaragoza y del resto de España e incluso de muchas capitales europeas, como Londres y Roma, es decir, los países cuyos Gobiernos mrazos de George Bush. Por supuesto, en España nunca hubo una protesta tan masiva y extendida geográficamente contra la política de un Gobierno. Cuando se produce un abismo tan insondable entre un Gobierno y la ciudadanía, alguien diría que hay que echar al Gobierno o a la ciudadanía. También podría decirse que el Gobierno tiene la obligación política y moral de rectificar su rumbo en aquello que ha producido tan espantoso divorcio. Pues por eso tendrá que empezar el presidente Aznar, que personalizó en las calles el rechazo de la gente seguramente por haber personalizado de tal manera su suicida seguidismo de los dictados de Bush. Si -como se supone- Aznar no dimite ni convoca elecciones generales anticipadas, teóricamente no tendría más remedio que introducir un cambio radical en su política. Si tampoco lo hace, es seguro que avanzará decisivamente en su camino hacia el suicidio político. Lo que sucede es que, tal como ya están las cosas, tampoco es seguro que se salvase ni aún en el caso de una rectificación en el tema de la guerra. Por ello tal vez decida seguir así y esperar luego a las urnas. Un interesante duelo entre un gobernante empecinado y un pueblo harto de aguantar y callar.

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