Diario de León
Publicado por
Manuel Alcántara
León

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No sé si los españoles estamos cansados o somos cansados. Nada que ver con la pereza esta fatiga metafísica que nos lleva a pensar, casi siempre a la caída de la tarde, si tantas vueltas y revueltas son de alguna utilidad. «¡Cuánto penar, para morirse uno!», dijo Miguel Hernández, que no se murió, sino que lo mataron poco a poco. Nuestro cansancio no es exclusivo: se da en toda Europa y por eso quieren poner en marcha un Plan Estratégico de Investigación de Salud Laboral. La ministra de Sanidad, Ana Pastor, menos llevada y traída que su predecesora en el cargo, asegura que el estrés ha sido identificado en la Unión Europea como el segundo problema en el trabajo más importante. (El primero quizá sea el trabajo propiamente dicho). No se sabe. Lo cierto es que hay que darle cada vez más importancia a los llamados «factores de riesgo psicosociales» y no sólo a los físicos. O sea, que no sólo hay que tomar toda clase de precauciones para que nadie se caiga de un andamio, sino para que no se nos caiga a todos el alma a los pies. Cada cual debe buscarse sus particulares recetas contra el estrés por su cuenta, ya que la eficacia terapéutica de los remedios no es la misma para cada una de nosotros. Ni la posología. Hay a quien le basta con un fin de semana de intenso descanso, pero otros necesitarían un quinquenio sabático. ¿Quién decía eso de que hay años que no está uno para nada?. En la India aprendí una sentencia con la que no puedo estar completamente de acuerdo: «Se está mejor sentado que de pie, mejor tumbado que sentado y mejor muerto que de cualquier otra manera». Mi tratamiento anti estrés lo tengo clarísimo, aunque jamás lo he podido poner en práctica: sería una larga convalecencia. Tan larga que me permitiera releer las obras completas de Simenon, ahora que se celebra el siglo de su nacimiento, y probar a cambiar la ginebra por el Ceregumil etiqueta negra. Únicamente el hecho de no haberme puesto malo nunca me ha impedido desarrollar mi vocación más decidida, que siempre ha sido la de convaleciente.

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