Diario de León
León

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El encaje de bolillos está de moda. El del PGOU era difícil y sus artífices decidieron posponer la puntilla de la trama urbanística de la década que viene hasta la legislatura que vendrá después de las elecciones municipales. El calor electoral empezaba a alejar el consenso en favor de las rimas de precampaña (en alza en el corredor autonómico Herrera-Villalba). La avalancha de alegaciones era otro problema para este encaje en el que los verdaderos artistas son los promotores y los arquitectos, mientras la ciudadanía de a pie a lo máximo que aspira es a colocar su solar a buen recaudo. La promesa de admitir el 80% de las alegaciones pasa al escenario electoral y es la jugada perfecta, la única posible tal vez, para tener la fiesta en paz después de tantos desvelos por el bien de la ciudad como sufren nuestros sacrificados gobernantes. Los partidos políticos hacen encajes de bolillos con sus listas a las municipales y autonómicas. La puntilla siempre es imperfecta y nunca están todos los que son, ni salen todos los que van. Eso sí, los que figuran parecen pertrechados de cualidades y trayectorias profesionales. Hasta hay médicos expertos en encuestas. Ahí está la lista de Paco Fernández. Sorpresa hasta el final. Fifty-fifty para la reñida cuestión de los sexos. Un hito, el de la cremallera, si se compara con cualquier tiempo pasado (ya sabemos que para la mujer, en su eterno papel de costilla, no fue mejor). Muchas caras independientes (o pocas, pero bien situadas), una sola imposición (la única que repite) y la aureola de José Luis, que dicen que es mucho y nunca va a ser mejor. La puntilla la puso Villalba al rescatar a Inmaculada Larrauri del olvido. Volverá a las Cortes si el PSOE crece uno y el procurador que resulte elegido senador dimita para irse a Madrid. Hay que darle a la bola o saber mucho de aparatos. Ahora a los candidatos sólo les hace falta leer un poco y tomar conciencia de servicio público. Casi nada. (Sí a la paz, no a la guerra)

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