Un buen servicio

MÁS vale tarde que nunca, dice el refrán. Y aunque peque de optimista espero que los responsables del transporte urbano en nuestra ciudad reconsideren su postura y no sigan apostando por los mastodónticos autobuses que circulan por nuestras callejas, más que calles. En muchas ocasiones me he referido al problema que para el tráfico de esta ciudad supone tener unos autobuses de tan descomunales proporciones. Ya hace muchos años que se escuchó el ruego y comenzó a funcionar un microbús para la línea que va al hospital Monte San Isidro, pero a pesar del buen resultado que ha dado -porque aunque siempre sobran asientos, al menos es un vehículo más manejable- sigue obviándose su compra y ahora se anuncian cuatro nuevos autobuses grandes para el próximo mes y otros tres microbuses a lo largo del año. De estos últimos no tengo queja y más si funcionan con energías no contaminantes. Pero ¿por qué se empeñan en seguir comprando autobuses enormes, que sólo se llenan en escasos itinerarios y horarios? ¿Por qué no se cambian por microbuses, reforzando su paso en los trayectos y horarios más utilizados y no abarrotando nuestras calles y plazas con los actuales, mastodónticos, que ocasionan atascos al no poder pasar en muchos sitios por existir vehículos mal estacionados? No me cansaré de repetirlo: el problema del caos circulatorio en la capital se resolvería en buena medida con un buen servicio de autobuses, pero para ello deben de ser primero funcionales y después tener una periodicidad tan corta que al ciudadano le sea más rentable dejar su coche en casa y viajar en autobús que ir de atasco en atasco, no encontrar aparcamiento y finalmente tener que pagar un párking o la Ora, e incluso arriesgarse a una multa por pasarse del tiempo pagado. No es tan difícil. Y ahora hay la oportunidad de cambiar algunos de esos viejos autobuses por otros que respondan a las necesidades reales. Hay que aprovecharla.