Cerrar
Publicado por
Vicente Pueyo
León

Creado:

Actualizado:

Lo que ocurre es que la pragmáticamente impecable «teoría de la presión» - "no caben medias tintas, Huseín no cederá sin que medie una constante y creciente presión que incluye la amenaza de un ataque inminente"- conduce inevitablemente a la guerra y a la catástrofe humanitaria porque ha quedado meridianamente constatado que Huseín no tiene la voluntad de ceder. En esta historia de cerrilidades, Huseín no es más que la horma del zapato de Bush. Y Aznar, por altas razones que algún día tendrá que explicar, se ha enredado y ha hecho suya esa teoría de la presión que cierra ojos y oídos al clamor de la calle. Se habla de lo ocurrido el 15-F, en España y en el mundo, con una asombrosa ligereza. Detrás de las pancartas no había cuatro ilusos manipulados. Se contaron por millones las personas que en León, Madrid, Barcelona, Londres, París, Roma, Berlín, Nueva York... se colocaron detrás de las pancartas para decir algo tan importante e inequívoco como que la solución no es, una vez más, la guerra. Esa marea ingente de personas salió a la calle en defensa de los cientos, miles de inocentes, cuyo sacrificio se incorpora a la «teoría y praxis de la presión» como un factor «inevitable pero asumible». La del 15-F fue también una histórica y multitudinaria manifestación de turbación y hastío; una atalaya desde la que observar la incapacidad que demuestran los dirigentes políticos de nuestra época para ir despegándose de esquemas preconcebidos y pervertidos. No se estaba con Francia y Alemania ni contra España, ni contra Estados Unidos, ni tampoco con Irak o contra Irak. Se estaba contra un estado de deshonestidad global que permite, por ejemplo, que un tal Jacques Chirac propicie personalmente hace unos años, -en el marco de las cordiales relaciones con un tal Sadam Huseín- la venta de tecnología que ponía a Irak en el camino de contar con armamento nuclear o que empresas alemanas se lucraran facilitando al mismo régimen pesticidas susceptibles de convertirse en armas químicas eficacísimas para fumigar kurdos. ¿Se ha olvidado ya el decisivo apoyo que brindó Estados Unidos al abominable Sadam durante el salvaje conflicto con Irán? La teoría de la presión no trae nada que no sea ya perfectamente conocido sino más de lo mismo. Ahí estriba la desazón de esa multitud que, en su grito global, iba más allá de una nueva resolución para la guerra o de un memorándum para la paz que simplemente aplace el problema. Lo que se exige es, ni más ni menos, que gente honrada para un tiempo más honrado. Totalmente revolucionario. Y utópico, claro; pero la otra opción es un misíl de crucero.

Cargando contenidos...