Diario de León
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León

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RECONOZCO la complejidad de la crisis de Irak y que la mayoría de nuestros análisis son superficiales, a veces simples elucubraciones en las que más que razones se expresan sentimientos o presentimientos. Yo, por ejemplo, presiento que no es Sadam Husein la causa principal del conflicto. Sin duda es un dictador que atemoriza a su pueblo, que ha cometido actos de genocidio sobre kurdos y chiítas, y que posee armas de destrucción masiva, que ha utilizado en la guerra contra Irán. Nada nuevo bajo el sol. Si Sadam fuese el problema, la amenaza militar de los Estados Unidos y la labor de los inspectores sería suficiente para desarmarlo o quitárselo de encima. No es necesaria una guerra para lograr ese objetivo; de ahí la condena unánime de la opinión pública. Intuyo, pero tampoco lo sé con seguridad, que lo que se dirime en este conflicto es la hegemonía de los EE.UU y las relaciones de poder en su propio seno. Algunos dicen que se lucha por el control del petróleo. El petróleo y otras materias primas subyacen al conflicto pero no es lo que se dirime en él, sino quién manda en el mundo y cómo se manda. Ahora que ya no está de moda la Historia Antigua, que apenas se estudia en el Bachillerato, la quiero traer a cuento, a la manera ciceroniana de «maestra de la vida», pues creo que podemos encontrar ejemplos en ella que nos pueden ayudar a entender lo que nos está ocurriendo. El primero tiene que ver con el imperio ateniense que se crea después de las guerras médicas, en las que los griegos unidos en una gran alianza derrotan a los asiáticos, a los persas. Los que durante un tiempo han sido aliados en la Confederación de Delos, pasan poco después a ser súbditos de una Atenas que pone las armas y los barcos para la defensa conjunta, pero que exige a cada una de las ciudades de la Liga una contribución para los gastos, tomando exclusivamente ella las decisiones últimas. La antigua Alianza Atlántica, la OTAN, que unió a los países accidentales que derrotaron al imperio soviético, se está convirtiendo en una talasocracia americana, que domina mares y tierras, y a la que todos deben someterse. No se discute la hegemonía americana, como nadie discutía la hegemonía ateniense; lo que se cuestiona es que la política y las armas las controlen únicamente los americanos, mientras los demás pagamos los costes de la defensa común. ¿Es Francia la Esparta que se niega a esa hegemonía de Atenas-USA? ¿Habrá en el horizonte una nueva guerra del Peloponeso?. El conflicto de Irak no sólo pone sobre la mesa el problema de la hegemonía americana, también qué cambios han de producirse en Washington para dirigir el nuevo orden internacional. Eso es algo que ya ocurrió en Roma a finales del siglo I a C., en que la República entra en crisis. Las magistraturas con las que se gobernó la ciudad durante varios siglos ya no sirven, pues ahora Roma domina un vasto imperio que abarca toda la cuenca mediterránea. La dialéctica entre magistraturas anuales y electivas y la necesidad de un mando único crean una tensión interna que termina en las Guerras Civiles, los Triunviratos, el triunfo definitivo de Octavio Augusto y la instauración del Imperio. Antes, la inestabilidad política en el centro ha favorecido la proliferación de la piratería en la periferia, impidiendo el desarrollo del comercio en el Mediterráneo por la inseguridad. Pompeyo, por la fuerza, tuvo que limpiar ese mar de la piratería cilicia; el poder del ejército se hizo cada vez más omnipresente. Al final de tantas guerras civiles y de conquista, Augusto cierra el templo de Jano y se instaura la Pax Romana. También en Estados Unidos halcones y palomas mantienen un pulso por el control del poder en el centro del Imperio. Tal vez asistamos a luchas internas, verdaderas guerras civiles que favorezcan la nueva piratería que es hoy el terrorismo y las mafias. ¿Es Bush Pericles o Pompeyo?. ¿Quién será el nuevo Octavio que instaure el Imperio y la Pax Americana?. ¿Cuál va a ser el papel de la opinión pública, del pueblo, en este proceso? ¿Se puede instaurar una verdadera pax sin resolver las desigualdades sociales que hay hoy en el mundo y que son la causa principal de la violencia y la inseguridad?. Son muchos los interrogantes que guarda el futuro.

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