Deterioro del «milagro»

QUÉ difícil resulta mover a la opinión pública! Lo demuestra la evolución de la intención de voto de los españoles en los últimos doce meses. Un periodo donde sucedió lo más negativo: una huelga general, el «Prestige», la aparición de críticas generalizadas, el cansancio social, la incertidumbre económica y, por último, la guerra. Esa sucesión de acontecimientos le hizo confesar a Ana Botella que «el Partido Popular atraviesa el peor momento de su historia». Sin embargo, la tendencia del voto se mueve con lentitud. El PP está en la pendiente de caída, pero todavía le quieren casi el 40 por 100 de los votantes. ¿Qué le ocurre al PSOE? Se beneficia de ese deterioro, pero no consigue situarse de primero en la clasificación. Crece, pero no bastante como para ganar ahora mismo las elecciones. Se acerca al PP, pero no a una velocidad que haga pensar que será "inevitablemente" el próximo gobierno. No consigue capitalizar en beneficio propio los errores ni el desgaste del equipo Aznar. Tiene situado a Zapatero como el político más valorado, pero no transmite la sensación de un equipo completo a quien encomendar la gobernación del país. Sólo puede soñar con llegar a La Moncloa en 2.004 si continúa el ritmo de mala suerte del Gobierno. El PSOE depende del éxito o el fracaso de Aznar. En este panorama, lo realmente penoso para quienes apreciamos su gestión es ver cómo se deteriora el Presidente. Recuerdo aquel día que un periodista extranjero le pidió que explicara las claves del «milagro español», y José María Aznar respondió: «El milagro soy yo». En gran parte tenía razón. Su persona consiguió trasladar a la sociedad española una gran sensación de seguridad y firmeza. Ayer, la encuesta del CIS decía con gran crueldad que el 60,6 por ciento de los consultados tienen «poca o ninguna confianza» en él. ¡Qué inteligente ha sido al decidir retirarse al cumplir ocho años de mandato!. El descenso de popularidad y prestigio hubiera hecho pensar que lo echaba el pueblo español.