VUELTA DE TUERCA
Odios
Dijo Zapatero en el vibrante pugilato parlamentario de ayer con Aznar que no eran armas de destrucción masiva las que echaron abajo las torres gemelas sino un arma aún más letal: el odio. No le falta razón. Lo difícil es separar el odio químicamente puro, -vinculado directamente a un fanatismo ciego y contra el que no hay antídoto-, del odio que bebe de la injusticia. Un odio que tiene relación directa con la percepciónque tiene el mundo pobre de que el mundo rico no va a modificar el esquema de la dominación y del aplastamiento de sus posibilidades de desarrollo. Lo único cierto es que bombardeando Irak no se van a arrasar las razones para el odio.