Diario de León
Publicado por
María Jesús Muñiz
León

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Lo llaman nuevo orden internacional, y tiene, claro, sus peculiaridades. Es quizá el orden de la contradicción, pero no es, desde luego, aquel que predica con el ejemplo. Este nuevo orden silba siguiendo la batuta de un país que, con la pena de muerte, ejecuta para enseñar a los asesinos que no deben matar. Es el orden de un país que amenaza con bombas de destrucción masiva para exigir a los dueños de otras bombas que se desarmen. Es el régimen que rechaza someterse a la vigilancia de los tribunales penales internacionales pero pretende impartir justicia, su justicia, a quienes se resisten a cumplir la ley internacional. Es el mundo que quieren moldear a su imagen y semejanza quienes claman el nombre de su dios para borrar de la faz de la tierra a los que actúan en nombre de otros dioses. Es el régimen que en su soberbia y prepotencia viola y distorsiona las resoluciones de la ONU para obligar a otros países a cumplir las decisiones manadas de la misma fuente. Es un gobierno que justifica en el desacato a los organismos internacionales aquellos ataques que han sido prohibidos por esos mismos organismos. Es el mundo que considera que sacrificar a miles de personas es una forma digna de imponer el bien, su bien, sobre el eje del mal. Es, en fin, el despotismo de quienes imponen sus intereses con el látigo de su supremacía militar en nombre del orden internacional, para enseñar a otros que no deben imponer su orden ni sus intereses. Esto, y no otra cosa, es lo que estamos viviendo. Por eso la farsa para mantener las formas de la legalidad internacional se convierte en un espectáculo de procaz cinismo. Un vodevil que va mucho más allá de la inquina de EE.UU. a Irak, y que puede fulminar una componeda internacional de la que no quedará ni siquiera la fachada que hasta ahora decoraba las relaciones internacionales.

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