La cultura del consumo
Desde 1960, cuando el presidente Kennedy habló de los derechos de los consumidores, se viene conmemorando en todo el mundo el 15 de Marzo como «Día Mundial de los Consumidores». Y aunque durante todo el año y en casi todos nuestros actos habituales el consumo está presente, es un buen motivo para que durante estos días las publicaciones en torno a él resulten más abundantes que de ordinario. Una de las varias acepciones de la palabra «consumo» es la de «fase final del proceso de producción», la fase en la que cualquier producto llega hasta nosotros. Su historia tiene que ver, evidentemente, con la historia de la economía, de la cual es una parte relevante. Y, así, la presencia del consumidor es tan antigua que se remonta ala aparición del hombre. Pero la conciencia de consumidor aparece bastante tardíamente y se inscribe en el desarrollo de los derechos de los ciudadanos. Y en España es un hecho reconocido que, por imperativos económicos y políticos de nuestra historia reciente, nos hemos incorporado con cierto retraso al fenómeno de la sociedad de consumo. Sola mente los estudios sociológicos de la última parte del siglo XX muestran un consumidor más consciente de sus derechos y más responsables de sus decisiones. En un primer momento existió un recelo inicial en cuanto al papel activo que los compradores o contratadores de servicios pudieran tener. Pero poco a poco ha ido aumentando la confianza en que su actividad sirve para mejorar los productores que adquiere y para aumentar la garantía de los controles que son necesarios en todos los bienes de consumo. Los derechos de los consumidores, conseguidos después de años de reivindicaciones, primero individuales y más tarde ya colectivas, son ya reconocidos legalmente por todos. En la actualidad, en España, al igual que en otros países occidental, puede hablarse ya de una cultural del consumo. El ciudadano responsable debe saber que no es únicamente un comprador pasivo de bienes y servicios sino que es preciso que intervenga activamente en todo el proceso, preparándose, en primer lugar, desde la escuela -existen países europeos en los cuales el consumo se contempla en los «curricula» escolares- para poder tomar decisiones acertadas a la hora de comprar o de contratar un servicio. Los medios de comunicación son también un excelente instrumento para lograr en el consumidor un bagaje de información que le ayude en sus decisiones comerciales. Los cambios profundos que el mercado está experimentando exigen que el ciudadano deba conocer y estar informado de todas las posibilidades que estos tiempos nos ofrecen; no es lo mismo, por ejemplo, comprar en la tienda de barrio tradicional, atendidos por un tendero que era nuestra única fuente informativa, que hacerlo en un gran centro comercial o por internet. También hay novedades muy llamativas en aspectos no menos relevantes y que sirven de guía para nuestra información. Desde la venta a granel de no hace todavía mucho tiempo la obligatoriedad del envasado y del etiquetado, donde figuran aspectos como el valor energético, la cantidad de grasas, fibras o proteínas, etcétera, la evolución del consumo ha sido muy evidente. Y todo ello es de una gran utilidad en campos como el de la salud, por ejemplo. Sabemos lo que ingerimos por que los artículos ofertados incluyen toda la lista completa de sus componentes -o deberían incluirla-. En estos momentos, una de las reivindicaciones de los consumidores más concienciados es, por ejemplo, lo de que se especifique la existencia o no de alimentos transgénicos en los productos alimenticios que compramos. Una actitud que hasta ahora no había tenido especial relevancia y que cada vez vamos a tener más en cuenta es lo que se ha dado en llamar «consumo responsable». Se trata de ser muy cuidadosos en aquellos productos que por su naturaleza pueden llegar a contaminar o hacer que alguna especie animal o vegetal se extinga, etcétera. Se está empezando a hablar de un consumo más respetuoso con el medio ambiente y más sensible con el futuro de las generaciones venideras. Cuando los derechos humanos se desarrollan no solamente tienen en cuenta a los ciudadanos que hoy poblamos el planeta sino aquellos que algún día lleguen a poblarlo. Y aunque por el momento no parece que todo el mundo se plantee las cosas con estas perspectivas de futuro, lo que sí es cierto es que no podemos dejarles un mundo inhabitable. Los estudios sociológicos que analizan este fenómeno del consumo nos hablan de sus peculiaridades. Hace unos días se publicó uno de esos estudios y en él aparecía una tajante afirmación «la cesta de la compra es todavía cosa de mujeres», es decir, el mercado pertenece al reino femenino y parece que en nuestro país las diferencias entre hombres y mujeres en este terreno son abismales. El porcentaje de mujeres -entre las de 45 y 65 años se acerca al 99%- compradoras es altísimo. La mujer sigue teniendo, a lo que parece, el monopolio de la compra, especialmente de la compra de alimentos. Todos estos datos no sólo son interesantes como conocimiento de nuestro entorno cultural y social sino que sirven también para que aquellos recurso incentivadores del consumo se dirijan especialmente a ellas;es decir, la publicidad tiene que basarse en estas cifras. Al comenzar a escribir estas líneas, partíamos de la evidencia de que el fenómeno del consumo tiene cada día una importancia creciente, lo que revela un mayor interés por una cultura del consumo que se está haciendo más crítica y que va tomando conciencia de sus derechos.