El centro se despuebla
Las circunstancias políticas, tanto nacionales como internacionales, estarían reduciendo actualmente el espacio electoral de centro, ese codiciado caladero de votos al que los partidos dedican especialísima atención. En ese espacio siempre se ha refugiado el talante social de moderación y consenso, y como en la actualidad el consenso y la moderación, en el plano político, se ven sustituidos en varios asuntos por la crispación y el enfrentamiento, el centro se siente incómodo, y o bien se deshabita o bien se desliza hacia una cierta polarización. Se trata de un fenómeno sociológico cuyo primer anuncio ha sido el despertar de la sociedad, que había permanecido durante años centrada, acomodada y en cierto modo adormecida. Satisfecha y a gusto. El primer efecto en España de la previsible guerra contra Irak ha sido la movilización a veces espontánea de la gente. Ayer mismo se manifestaron en muchas ciudades españolas miles de estudiantes universitarios, con algunos decanos adjuntos, y la de Madrid englobó los campus de seis Universidades públicas de la Comunidad, y alcanzó, según los organizadores, 50.000 personas, a las que la policía dividió por 10. Entre los eslóganes de las pancartas resucitaba el viejo e inmortal de «Haz el amor y no la guerra». Si al final de la Administración socialista, la juventud se mostraba lógicamente desencantada y políticamente abúlica, excepto el sector partidario del PP, ahora hace vibrar en los campus sus voces de protesta, y a muy alto diapasón. «La guerra ha hecho saltar todas las alarmas», decía ayer una trabajadora de TVE cuando entregaba en el Congreso dos mil firmas de protesta contra la manipulación en los telediarios. La rebeldía dentro de la propia casa tal vez inspire a los mandos la renuncia a determinadas exageraciones u omisiones informativas/desinformativas y a realizar sus tareas de forma menos burda. Y si ayer fueron los universitarios, hoy serán los colegios, que se revestirán de blanco en protesta contra la guerra. Y a mediodía de hoy, el paro laboral de quince minutos, convocado por la Confederación Europea de Sindicatos, intentará medir el rechazo de los trabajadores a un ataque precipitado a Irak, como si unos meses de paz fueran una pérdida de tiempo. Se polariza la sociedad española, y el centro, mudo en estas circunstancias, se desplaza ¿hacia dónde? Hacia la paz obviamente, y mientras sea posible. Pero la movilización social no se frena hasta que desaparecen sus estímulos, y una guerra mal argumentada y predicada, e impacientemente defendida, podría resultar un estímulo duradero para una sociedad en la que se estaría difuminando el centro.