Diario de León
León

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Dice un poema de José Luis Puerto que ha llegado hoy al buzón electrónico: «Van a venir los días más hermosos/ Los días de los árboles y los aromas nuevos/ Los días amarillos de narcisos...». Es cierto, pero las campaninas de los prados se nublan y encogen de tristeza ante la inminencia de la barbarie y de la irracionalidad. Sus autores, una banda de tres, se reúnen hoy en las Azores. Salen del rancho y tienen que buscar una isla para confabular la guerra a toda costa, la guerra de la falsedad democrática, la paz de los misiles y los acorazados. Esa diabólica industria que multiplica beneficios. ¿Qué pasa con las otras 22 dictaduras que someten a los pueblos árabes desde Marruecos a Bagdad? El argumento de la guerra es la falta de argumentos, razones y motivos. Después del enredo en torno a las inspecciones de la ONU, a los partidarios de invadir Iraq sólo se les ocurre insultar a las masas que desean la paz diciendo que están al lado del diabólico Sadam, que defienden al dictador. Este es el argumento del presidente del Partido Popular, Javier Arenas. Mi razón se crece, perpleja, ante las majaderías que hay que masticar y las que están por venir: dicen las emisoras a la hora de la comida que la banda de los tres se reúne para buscar soluciones pacíficas al conflicto. Y, mientras tanto, la Agencia Española de Cooperación Internacional ya está preparando la reconstrucción... Intermon Oxfam y Médicos sin Fronteras, por ahora, ya han plantado cara a la proposición (indecente). Se alza la razón colectiva por encima de los diseñadores del desorden mundial; se alza como las campaninas se abren cada primavera para celebrar la vida, cada vez que la cordura brota de la ciudadanía bien pensante, harta de ser gobernada a capricho y con despotismo sin cultura. La lucidez de la ciudadanía es como las campaninas que «brotan en los prados/junto a los bordes de cauces/Que son rumor y transparencia, flujo...». (Sí a la paz)

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