Diario de León
Publicado por
Manuel Alcántara
León

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Ha llegado la hora de la verdad y otras mentiras. La decisión de ir a la guerra estaba tomada y no se ha oído ni la voz del Papa ni la voz del pueblo. Juan Pablo II ha dicho que es de la generación que vivió y sobrevivió a la por ahora última Guerra Mundial y por eso sabe de qué se trata y clama contra ella. De nada va a servir, al parecer. Bush es sordo como una tapia de cementerio y Aznar y Blair son sus edecanes. La esperanza de paz, que pendía de un debilísimo hilo celeste, ha huido después del ultimátum por partida doble: a Sadam y a la ONU. Lleva razón Saramago cuando dice que hay que reinventar la democracia. La que nos han vendido consiste en poder hacer, bajo su amparo, cosas muy poco democráticas y en votar a alguien, con frecuencia a un servidor de las multinacionales, cada cuatro años. Los síntomas de que el conflicto es inevitable son mortales, pero lo serán más los bombardeos. Colin Powell, ha recomendado a los inspectores y a los periodistas que huyan de Bagdad perdiendo el culo si es que no quieren perder la vida o que el tirano Huseín los tome como rehenes. El fin del dictador se acerca, pero el de la ONU, le ha precedido. No hace falta el apoyo del Consejo de Seguridad, sino el apoyo logístico, aunque los expertos en matanzas aseguran que esta guerra será distinta a todas las demás conocidas, salvo en que en ella morirán más inocentes que dirigentes. ¿Cómo tres personas, mejor dicho, una y cuarto y mitad, pueden decidir una catástrofe que puede ser planetaria?. Nunca he creído eso de que una imagen valga más que mil palabras y me he preguntado ¿mil palabras de quién?, ¿de Shakespeare o de un vendedor de mantas por los pueblos o un político en un mitin electoral?. De todas formas hay que reconocer que la fotografía de los tres de las Azores es de una elocuencia difícilmente superable. En el centro está el poderoso, con la certidumbre inscrita en el entrecejo y su mirada donde no resplandece el luminoso brillo de la inteligencia. A un lado de Bush está Blair, con gesto de preocupación y cara de convalecencia, y al otro Aznar, con la mano de Bush en el hombro. Esa mano.

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