Cerrar
Publicado por
Ramón María Aller
León

Creado:

Actualizado:

El nombre que los militares americanos decidieron aplicar a una de las muchas operaciones de bombardeo sistemático sobre Bagdad, «impacto y pavor», aunque podría modificarse por la denominación más exacta de «dolor y muerte», tiene, al menos, el mérito de no haber buscado excesivos disfraces eufemísticos. Tal vez porque los estrategas del Pentágono sean conscientes de que nadie se cree ya los mensajes de «libertad duradera» o de «justicia infinita», expresiones empleadas anteriormente para referirse a otras masacres. Para nombrar a los muertos civiles se recurre a la expresión «daños colaterales» y para referirse a las consecuencias letales de la falta de control sobre el armamento y de la deficiente formación de los soldados de las propias filas se prefiere el título de «fuego amigo», unas tergiversaciones paradójicas que para nada pueden sorprender en un ámbito en el que «defensa» significa ataque, «represalia» quiere decir venganza y «bajas», cadáveres. No hubo jamás una guerra que pudiera considerarse fría, ni una acción humanitaria desplegada sobre los vencidos, ni un conflicto armado que no fuese una guerra. Tampoco ahora es posible creer en la bondad de los bombardeos ni en la verdad de una información de guerra que se utiliza abiertamente para manipular a la opinión y cuyos diseñadores se atreven a superar cualquier límite de la retórica para llamar «bautismo de fuego» a lo que nos más que la iniciación a la barbarie.

Cargando contenidos...