Candidata Ana Pastor

LA industria farmacéutica debe de estar encantada. Si don Manuel Fraga piensa que Ana Pastor sería una buena candidata a la presidencia de la Xunta, significa que puede dejar el ministerio de Sanidad. ¡Que le pongan un puente de plata! Si está en retirada una ministra que plantea herejías como dispensar las dosis exactas de medicamentos que un enfermo necesita, reducir los márgenes, exigir recetas y terminar con la automedicación, esa señora está favor de los pacientes y en contra de la industria. Ahora bien: Fraga no la ha designado sucesora. Le han preguntado, como ocurre siempre, y ha respondido. Eso es todo. Ni significa la apertura de la carrera sucesoria ni una designación a dedo. Ana Pastor es una posible candidata entre otros nombres. Supongo, espero, que el partido tendrá la última palabra. Y temo que el resultado del 25 de mayo suscitará más de una conmoción donde pueden aparecer aspirantes ahora descartados o en estado durmiente. Donde está Ana Pastor con más dignidad es en el ministerio. La Sanidad ha encontrado la persona que necesitaba. Esta mujer tiene el don de la ubicuidad. Hablo a diario con médicos, y ella ha hablado con todos. Está en todas partes. Celebra reuniones constantes y saca tiempo para ir a una clínica donde se ha producido un doble crimen. Conoce la asignatura que administra. Alguien me dice que tiene llena su agenda hasta las elecciones de 2.004. Como gestora, ha demostrado eficacia e inspira confianza, que es lo máximo que se puede pedir en ministerio tan complejo. Y, como política, ya ha logrado lo imposible: poner de acuerdo a todos los partidos en la Ley de Cohesión. Y cuando digo todos, incluyo a los nacionalismos, que podrían sentirse heridos por una siempre alegable invasión de su territorio. Que consiga eso en plena crispación, en vísperas de un proceso electoral y con todas las ambiciones abiertas, bien merece un elogio. Galicia puede ser un horizonte, no lo sé. Pero los enfermos de España también necesitamos a Ana Pastor.