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Publicado por
Ordoño Llamas Gil
León

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Cuando los años ya te pesan, los madrugones te descentran, los achaques te atacan, las energías entran en declive, los compañeros de pesca van marchando, las costumbres se transforman en manías, las ilusiones te convierten en iluso en vez de en ilusionado, los problemas todavía te agobian, los amores se vuelven rancios o rutinarios, el dinero no es una solución, los políticos te aburren con sus argumentaciones reiterativas y parciales, los amigos no se encuentran ya, so pena de amistades mas o menos superficiales y egoístas que sólo aguantan el trato de visita, los presumidos te hablan de sus recientes riquezas, mientras dicen diferencias y vivistes al relatártelo, los pícaros y trepadores abundan por doquier sin freno que los detenga, los megalómanos andan sueltos creyéndose a sí mismos elegidos por la divina providencia, la vulgaridad tiene su asiento dorado, la humildad se pierde en el laberinto del yo, yo, yo... y la paz interna parece inalcanzable, decides ignorar el entorno y olvidarte del pasado, tratando de disfrutar el presente, el momento, el minuto actual, saboreando los pequeños placeres que te pueden reportar tus aficiones mas queridas, como la pesca. Quieres asirte desesperadamente a una de tus últimas aficiones dignas, que parece prometerte la evasión deseada de todas las situaciones mencionadas, introduciéndote en un mundo distinto, ideal, dinámico, absorvente, donde el entretenimiento juega su principal baza hipnotizándote por completo para no salir de él, haciéndote ver sólamente agua corriente o embalsada, ríos, riachuelos y arroyos, truchas y peces pululando por doquier a la espera de ser elegantemente clavadas por los camuflados anzuelos de tus señuelos y pocos y educados pescadores saludándote al pasar, sin interferir para nada en los espacios dominados por ti, con guardas colaboradores del pescador de caña y vigilantes y represores del furtivo, de la industria, del ayuntamiento y del establo que vierten sus detritus indiscriminadamente hacia el espacio de agua mas cercano, sin consideraciones ecológicas o medioambientales que se lo impidan. Lugares que hace tan sólo tres o cuatro décadas todavía podían disfrutarse sin esfuerzo por estar al alcance de la mano de cualquier ciudadano de ciudad, y mejor aun por todos los habitantes ribereños que lo deseasen. Te gustaría entrar en un mundo como este para no salir de él, so pena de sufrir continuos desafueros, agresiones, fraudes, crímenes ecológicos por envenenamientos, explosiones o electricidad, contaminaciones sin fin que te situarían en un mundo acuático muerto, consecuencia del total desprecio por la vida animal en el que nos veremos inmersos sin remisión. El tacto con la almohada te hace comprender que aun no es la hora de levantarse y que puedes seguir disfrutando de tus ensoñaciones por un pequeño espacio de tiempo, hasta que el reloj te recuerde que debes ponerte en pie para continuar la lucha contra todo y contra todos los que anteponen el beneficio al bien, camino que ansían seguir quienes persiguen el poder por todos los medios, atropellando todo cuanto se les interponga en su camino. Nada les importa si al final del camino existe un poderoso puesto, desde el que poder gobernar o dirigir el mundo o una parcela de este, por pequeña que esta sea, tanto mejor si reporta pingües beneficios económicos. Suena el despertador y te levantas como un sonámbulo, palpando por doquier la realidad en relación con el medio ambiente, donde los finales se asemejan a uno---s principios hueros de ética generalizada, siendo la mejor virtud la picaresca y el abuso, y la mejor administración el llamar beneficios a los económicos y no a los que regeneren este medio ambiente limpiando sus aguas de todos los detritus orgánicos y químicos que las envenenan, y sus orillas de todos los degenerados humanos que las esquilman. Al haber tomado decididamente el camino equivocado para conseguir ¡por fin! la añorada recuperación de las especies autóctonas y el retorno a las aguas cristalinas que fueron antaño todos los cursos de agua de nuestra provincia, se puede presagiar que llegaremos enseguida a la hecatombe de la vida acuática, sin otro paliativo que las escasas y puntuales repoblaciones que tratarán de disimular lo evidente, sin conseguirlo. Nada se ganará con nuevas introducciones de especies ajenas, que casi siempre han venido cargadas de perjuicios, salvo honrosas excepciones como el blak-bass, que debió de ser algo parecido a lo del burro flautista (que sonó la flauta por casualidad). Las demás como el lucio, el cangrejo rojo, la perca sol, el siluro, etc. sólo nos han traído la desgracia de su voracidad (?) y de sus virus y, como consecuencia, la desastrosa reacción de eliminación eléctrica, que ha perjudicado a todas las especies cohabitantes (léase truchas, barbos, tencas, blasses, cachos, bogas y, probablemente, de muchos cebos de río). Lo que si creo que serviría de paliativo momentáneo y quizá definitivo para mantener la especie de trucha fario (si es que quedan algunas) sería repoblar con alevines de esta especie todas las zonas palustres (por turnos), vedándolas durante dos o tres años, y abriéndolas a la pesca después de que estos alevines hayan adquirido un tamaño grande. Un buen ejemplo lo tuvimos en el pantano de Valparaíso, en la provincia de Zamora, donde hemos pasado muchos pescadores jornadas inolvidables en el transcurso de varias temporadas. Claro está que esta cuestión necesitaría de la colaboración de Icona y sus guardas, además del Seprona, para evitar que las truchas que subieran a desovar a los ríos que los mantienen, fueran extraídas por nadie, oficial o furtivamente, con procedimientos tan habituales hoy como el de la pesca eléctrica. Quedarían pendientes luego algunas ínfimas cuestiones , como la de buscar o fabricar alguna especie de pez que se comportase como las truchas y fuera inmune a la contaminación y a la saprolegniosis, con el cual serían repobladas todas nuestras aguas corrientes, sin miedo a que los pescadores se los llevasen para casa, por su mal sabor, solución idónea para la pesca sin muerte. Transcurrida la jornada, volveremos a tomar contacto con la almohada, donde, si no padeces de insomnio, volverás a conseguir la evasión que pretendes de olvidar la vida y regresar a cualquier tiempo pasado de pesca virtual, similar a cualquiera de los amplios reportajes televisivos donde te demuestran que todo lo que ves no es un sueño.