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El carnaval empezó en el aeropuerto Las nuevas modas Gracias a Camino y a Blanca

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León

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¡No hay derecho! estoy indignada con la empresa de vuelos Spanair. Paso a contarles: 1. El pasado 28 de febrero pretendíamos volar con destino a Tenerife para disfrutar de sus fiestas de Carnaval. El vuelo salía a las 10,20. Nuestra sorpresa fue cuando haciendo cola para facturar el equipaje nos dijeron que el vuelo quedaba cerrado desde ese momento. Esto ocurría a las 9,40. ¿Cómo es posible que vendiesen nuestro billete a otras personas mientras hacíamos cola? Billete que habíamos pagado un mes antes. Yo soy de pueblo y esto no lo puedo entender, que me lo expliquen. Que eran normas de la compañía estar una hora antes en facturación. ¿Pero en qué punto de la cola? ¿Si se aproxima la hora límite, te cuelas? ¿Es lícito simular un ataque de histeria para llamar la atención del auxiliar de vuelo que realiza el embarque? 2. La solución que nos dieron fue: Poneros en lista de espera con la menor preferencia asignada por lo tanto detrás de los over-booking ¿qué es over-booking? ¿y nosotros qué somos...? ¿idiotas, tal vez? En consecuencia: Estuvimos desde las 10,00 horas hasta las 23,30 horas en el aeropuerto, momento en que volamos -por cierto en vuelos diferentes-. El equipaje no sufrió esta espera, había partido a su hora y sin billete. Una de nosotros apareció en el aeropuerto del Sur, las demás en el del Norte -Los Rodeos- y el equipaje estaba recogido en espera de sus dueñas. Menos mal que tenemos móvil, si no nos hubiéramos vuelto locas buscándonos. Para cuando nos encontramos teníamos que regresar. ¿Nos merecemos una compensación? ¿Se puede compensar esto de alguna manera? En espera de noticias. Maribel Fernández Fernández (Ponferrada). En estos días en los que la guerra en Irak nos tiene sumidos en la vorágine de descalificaciones personales, en los que los políticos nos quieren y nos hacen llegar todos sus buenos propósitos electorales, este agricultor quiere expresar su queja a quien corresponda. Como he dicho soy agricultor de cereales, en un pueblo, Rozuelo, del Bierzo Alto. Antes de que estallara la guerra de Irak se nos ha estado «bombardeando» con imágenes de las cacerías de las vacas asilvestradas en los montes de La Cabrera como si esto fuera una aberración, una atrocidad, una vergüenza, sin pararnos a pensar en los problemas que estas vacas producían a los habitantes de los pueblos afectados. Digo esto porque los vecinos de los pueblos cercanos al que yo vivo estamos padeciendo el mismo problema con una manada de yeguas que campan a sus anchas por los sembrados, por las fincas reforestadas, sin que nosotros, los afectados, podamos hacer nada, únicamente correr los caballos y pasarle el problema a otro vecino. Pero lo que realmente es más grave y sangrante es que ni las autoridades, ni las fuerzas del orden, ni los juzgados quieran o puedan intervenir, aún a sabiendas de quién es el dueño de los animales, porque se sabe quién es. Quiero decir que las soluciones que nos dan tampoco sirven, pillen ustedes los caballos, maten los caballos... Señores los propietarios de las fincas, los afectados, no somos quienes para matar, pillar, vender lo que no es nuestro. Creo que para esto están las instituciones y las autoridades. ¿Para qué las instituciones? ¿Para qué las unidades veterinarias de la Junta? ¿Para qué los políticos? Creo que están para solucionar o al menos intentar solucionar éstos y otros problemas que surgen, no sólo a un ciudadano, sino que afectan a un colectivo de personas que cada vez va en aumento, ya que la suelta de animales, vacas, caballos, cada vez es mayor en nuestras fincas y en nuestros pueblos sin que nadie haga nada. Hasta hace unos años los agricultores teníamos que mirar al cielo. Ahora no sólo tenemos que mirar al cielo sino que tenemos que convivir con animales salvajes, corzos, jabalíes, y por si esto fuera poco, ahora también con individuos que dejan a sus animales sueltos para que otros los engorden. José Antonio García Rodríguez. Asunción Carballo Balboa, asidua lectora de Diario de León, se pone en contacto con el Teléfono del lector para dejar el siguiente mensaje: «Llamo para manifestar mi agradecimiento a dos hermanas. Gracias Camino, gracias Blanca por haberos encontrado en agosto después de tantos años en los que no nos habíamos tratado. La niñez nos quedaba muy lejos a las tres, pero de nuevo, en agosto, llegásteis muy cerca de mi vida. Gracias Camino, porque aunque a ti no te guste caminar, caminas conmigo todos los días, porque sabes que lo necesito, sabes que he pasado momentos muy malos y los estoy pasando. Gracias Blanca por ir conmigo al hospital, por hacerme superar momentos muy malos y que a vuestro lado los estoy superando no sabéis cómo. Sólo quiero deciros gracias, también a vuestros hijos porque me han dado una amistad como si me conocieran de siempre y también a vuestro compañero y a vuestro marido. Sabed que siempre tendréis en mí todo lo que necesitéis. Porque he valorado muchas cosas que ahora me habéis hecho comprender, porque estaba sola pero ahora, a vuestro lado, no me he sentido así».

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