Hipocresías

LO que ha pasado en estos últimos cinco meses, desde la catástrofe del Prestige, ha demostrado que aquello que algunos llamaban firmeza y efectividad era en realidad hipocresía. Que lo que algunos llamaban libertad está limitado en lo hipócrita de la excusa de la seguridad y que para unas cosas sí valen unas acusaciones y para otras no. Desde hace unos meses los ciudadanos del mundo viven en la más absoluta sorpresa: mientras Irak es atacado por «esconder» armas de destrucción masiva -¿Las encontrarán o las «fabricarán»?- a Israel la defienden una y otra vez los Estados Unidos de América vetando todo lo que tengan que vetar para ello, pese a que el ejército judío sea genocida y disponga de bombas atómicas. Ojo, la culpa no es de los judíos, es de los gobernantes integristas de Israel y de quienes les apoyan. La hipocresía también se da, no hay que olvidarlo, en los que defienden a los palestinos sin condenar su terrorismo salvaje. Aunque poco más puedan hacer para luchar contra la opresión de la derecha israelí, no es el camino correcto para solventar el problema. Hipócritas son también aquellos que se llaman católicos y «pasan» del Papa en asuntos serios como la guerra de Irak -que afecta a mucha gente- y luego son integristas a la hora de condenar la libertad individual de las mujeres -a la hora de abortar, por ejemplo-. Incluso muchos de los creyentes adscritos al Opus Dei han obviado estos meses a Juan Pablo II en defensa de intereses que, encima, no son limpios. Hipócritas, por último, son aquellos que llaman «asesinos» a los que apoyaron la guerra de Irak, cuando de verdad éstos sólo son «cómplices» por convicción y, en este país, aún son libres de serlo.