Diario de León

panorama

La Semana Santa de un buscador

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

HOY quisiera evitar una crónica política al uso, como si hoy fuese un día cualquiera. Para mí, ya no lo es. He dejado de ser un indiferente a la Semana Santa. Hasta ahora, era uno más de los que escapaban y un día como hoy, Jueves Santo, era eso: una jornada de vacaciones en la playa, o donde cayese. Ahora, la verdad es que no puedo afirmar que esta semana se me haya llenado de contenido religioso, porque no puedo presumir de ser un creyente consecuente. Pero he buscado, y entendido, un sentido nuevo para esta celebración, que tan importante era para mí de niño, cuando me aterraban los azotes, la corona de espinas, la brutal crucifixión contra un hombre que no acababa yo de percibir qué había hecho para merecer un trato tan atroz. Sólo mucho más tarde, casi hace un rato, comprendí que la de hoy es una fecha para tomar conciencia de que hay que oponer un «nunca más» a la tortura, como la que padeció un hombre excepcional al que llamamos Jesucristo, y a la pena de muerte infamante que le impusieron. Todo para silenciar su voz libre y acusadora. Me parece muy actual esta reflexión, cuando el que debería ser, dice la Iglesia, día del amor fraterno, viene rojo de sangre nueva y negro de sangres ya coaguladas. La guerra, el peor de los males, se ha abatido sobre estas jornadas que se apellidan santas. Todo vale para hacer cumplir la voluntad del actual César de la nueva Roma. Ay de quien se le oponga, aunque sea en nombre de la libertad de expresión o de la humanidad que debe ser protegida. Lo lamento, pero ahora que parece que acaba una guerra y que tal vez estemos en los prolegómenos de otra -¿o la misma?-, debo decir que sigo sin ver una causa justa como para haber dado el paso que se dió. ¿Que Sadam era un tirano? Claro que sí. Como otros en la zona y fuera de ella. Pero ni esa ni otras constataciones y menos aún otros argumentos que nos han dado y que están lejos de ser constataciones, me bastan para justificar nada menos que una guerra, nada menos que tanta muerte -no han sido tantas, dicen, sin rubor, los heraldos del guerrero- de gentes que dejaron la vida sin entender, tampoco ellos, por qué. Puede que ya no sea siquiera el momento de pedir que el espíritu que, para los católicos y hasta para quienes no sentimos tanto la disciplina de las iglesias, debe impregnar estos días, sea tenido en cuenta por los poderosísimos señores de la guerra. Por el emperador de los tiempos modernos, que no parece haber civilizado mucho sus métodos. Es, lo sé, una utopía. Pero es que estas jornadas en las que proliferan los llamamientos al amor fraterno y a la paz, que son bellas palabras que nos enseñaron nuestras madres, son también propicias al cultivo de la utopía, que es otro de mis términos preferidos. Paz, amor, fraternidad, utopía. Cuatro términos sobre los que debería descansar ese nuevo orden que dicen que nos viene. Lástima que quienes se encargan de montar el nuevo tablero sean tan insensibles a algunas partes del diccionario.

tracking