La Biblioteca de Bagdad

DOS años antes de lo previsto se ha completado la secuencia del genoma humano: deja mucho que desear. Ya tenemos toda la información acerca de cómo hemos sido diseñados y a partir de ahora sabremos qué es lo que a nivel molecular hace que un individuo esté sano o enfermo. Lo que no sabemos todavía es en qué consiste la urdimbre última del ser humano. El gigantesco avance científico permitirá desarrollar nuevos tratamientos contra muchas enfermedades, pero no contra la más exterminadora, que es el odio. Un señor llamado Aristóteles, que jamás oyó en el ágora hablar del ácido ribonucleico, dio en pensar después de comerse unos higos y beber vino aguado que los bienes de la vida humana son de tres clases: los exteriores, los del alma, y los del cuerpo, o sea, lo que uno es, lo que uno tiene y lo que representa. Pasados los siglos, otro señor llamado Schopenhauer se ocupó de lo que él llamaba «el arte del buen vivir», que no hay que confundir con el arte de vivir bien, dominado a la perfección por algunos políticos, algunos constructores y algunos traficantes de armas. En opinión de don Arturo, que era un epicúreo parcial, las causas que provienen de nosotros mismos contribuyen más a la felicidad que las que se derivan de cosas exteriores. Pues bien, hay que sospechar que nuestro genoma es defectuoso, o sea, que estamos mal hechos. Grandes columnas de humo se elevan en este momento sobre el cielo inocente de Bagdad. Al saqueo y la destrucción del Museo Arqueológico se ha unido el incendio de la Biblioteca Nacional. El mundo vale menos desde ahora. Los «marines» asistían, impávidos hasta cierto punto, ya que masticar chicle moviliza los músculos faciales, a la gran fogata cultural. La biblioteca de Alejandría se quema cíclicamente. Cada quince siglos o cosa así. Hombres enfurecidos le prenden fuego a lo que algunos extraños congéneres han ido pensando y sintiendo, para crear estados de conciencia, para mejorarnos, para que lleguemos a ser personas, poco a poco. Nada que hacer mientras no cambie el genoma.