Aquella Europa unida

LA Unión Europea vive de nuevo un acontecimiento histórico, su quinta ampliación, trascendental por el número de países que se incorporan, pero también por la diversidad cultural, política y económica que introducen en la Europa unida. Sólo que los acontecimientos de la UEya no tienen la resonancia de antaño. Quizá sea porque los grandes proyectos políticos que se anuncian suenan a hueco, más en un momento como éste. Resulta paradógica la grandilocuencia con la que las ya decenas de líderes de la UE proclaman entre sus principios la prevención de conflictos, la defensa de la estabilidad mundial, la mejora de las capacidades civiles y militares de la Unión,... Ya hace tiempo la UE se considera un proyecto único en lo económico, pero difícilmente realizable en lo social y algo más que endeble en lo político. En cuestión militar, sobran comentarios. El papel internacional de la Europa unida ha sido siempre una asignatura pendiente, pero hoy parece poco más que la certeza de la indefinición y el nulo peso ante la superpotencia. A mayores, con líderes divididos y que actúan en solitario. De hecho, al margen de reuniones, cumbres y firmas ampulosas, la única preocupación que puede llegar a los ciudadanos en lo que a la Europa unida se refiere es la que afecta a su bolsillo. Y no siempre. Por ejemplo, Castilla y León se ha beneficiado en los últimos años de elevadísimas ayudas económicas concedidas para salir de su retraso y converger con los países más ricos. Y, estadísticamente hablando, lo ha conseguido. Ahora lucha para mantener un flujo importante de subvenciones a partir del 2007, próximo periodo de programación de ayudas. Pero la UE ya no es un lobby de países ricos, incluso a partir de ahora son mayoría los que tienen dificultades económicas. Demasiados frentes aún por definir cuando son ya demasiados también, y demasiado distintos, los intereses de esta curiosa mezcolanza de europeos unidos.