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Publicado por
León

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VIMOS en la televisión, en unos croquis repetidos, que de uno de los veintitantos palacios que Sadam Huseín poseía en Bagdad salía un túnel que le conectaba con el aeropuerto que, entonces, llevaba su nombre. Era algo curioso saber que, así, no habría perdido nunca un vuelo, suponiendo que algún avión pudiera despegar sin su permiso. Luego, al repasar las imágenes del bombardeado yate del dictador, también llamaba la atención la mención al conducto secreto, que conducía hasta un submarino de bolsillo, existente en el buque. No cabe duda de que el tirano iraquí tenía una marcada afición por las salidas discretas, por los mutis por el foro. Y también se ha dicho que disponía de unos cuantos sujetos, extremadamente parecidos a él, en lo físico, a los que utilizaba para fingir que estaba en otro sitio, cuando así le convenía por motivos de comodidad o seguridad. Viene a cuento todo lo anterior si pensamos en lo raro que resulta que, de los 55 personajes que integraban la baraja de los iraquíes más buscados, sólo uno haya sido localizado (y porque se entregó voluntariamente a las autoridades norteamericanas, con la televisión alemana, la ZDF, como testigo). Es como si la tierra se los hubiese tragado y, aunque no quepa descartar que acaso haya alguna carta de esa baraja enterrada bajo toneladas de escombros, efecto de los primeros misiles sobre Bagdad cuando se iniciaba el conflicto, tampoco cabe confiar en que tanto Sadam como su numerosa familia anden ya descansando para la eternidad. Por ello, la imagen del túnel, un túnel más o menos largo y desde luego secreto, se abre camino entre las hipótesis de futuro. Los satélites americanos, verdaderos ojos del big brother, han revelado que ningún convoy presidencial o similar ha salido por la frontera con Siria, y menos aún por la de Jordania. Tiene que haber un conducto, una vía, fuera del control de los militares y de sus satélites, por la que se han escapado los Huseín y sus cómplices. No cabe pensar que Sadam se haya afeitado el bigote, dejando las canas en paz y, con abundante algodón en los mofletes, haya pasado la frontera como cualquier otro fedayin en huida, y que sus hijos y sus generales, incluyendo a Tarek Aziz, hayan adoptado la configuración de una troupe teatral, recurriendo al disfraz. De ahí los continuos subrayados norteamericanos en sus advertencias a Siria, que se configura geográficamente como final lógico y casi obligado de ese túnel. Los que aquí, en España, no confían en que, tras la contundencia del conflicto iraquí se reduzca el terrorismo internacional (tampoco creen que se debilite a los etarras con los continuos apresamientos y con el desmantelamiento insistente de sus estructuras en Francia y en España) son los que apuestan por que Sadam haya ido a reunirse con Bin Laden, la otra gran incógnita por despejar en la ecuación anti terrorista, y no se le encuentre nunca. Aunque ese sería otro túnel.